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Nº 2 Marzo, 2006

NUEVA DIRECCIÓN

 

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La guerra de los abuelos (II)

La guerra de los abuelos (II)

En el número anterior recogíamos los recuerdos y testimonios de algunos ancianos, abuelos de nuestros alumnos de Fuenlabrada. Eran historias de guerra de familias humildes cuyo origen se encuentra, sobre todo, en Extremadura y La Mancha, pero también de la ciudad de Madrid. Incluso tuvimos la suerte de encontrar a personas que han vivido siempre en  Fuenlabrada, que entonces era un pueblo. Siguiendo este hilo conductor tanto temporal como geográfico presentamos nuevas historias entre siglos que unen a tres y hasta cuatro generaciones.
Entrevista a Diego José C. A.  5 de abril de 2005.
Jesús Sánchez (Edición y Dirección) Amanda García Rodríguez (Elaboración)
Diego C.B. de 20 años escucha de labios de su abuelo Diego José, (nacido en 1927 ó 1928) la historia de su bisabuelo Aurelio que combatió en la Guerra Civil Española, en los frentes de Badajoz, Getafe y Teruel.

La batalla de Teruel, en el invierno de 1937-38, fue una de las más duras de la guerra. Los combatientes soportaron temperaturas de 20 º bajo cero.

 

Tropas republicanas en el frente de Teruel (1938)

1. La familia.
-¿Cómo se llamaban sus padres? ¿De dónde eran?
-Padre se llamaba Aurelio C. E. y madre María Cristina A. C., él era de Trujillo, y ella de Valdefuentes, ambos en Cáceres.
-¿Cuándo nacieron? ¿Cuáles eran sus trabajos?
-Padre nació el treinta de junio 1907 y madre el dieciocho de agosto de 1910, él era militar, teniente-coronel de infantería. Siempre trabajaba en el cuartel. Apenas le veía. Ella era, antes de conocer a mi padre, campesina. Trabajaba de sol a sol por un bocado de comida. Cuando madre y padre se casaron (se fueron a vivir al pueblo de ella, a Valdefuentes)  se dedicó a tener hijos y a alimentarnos y educarnos.
-¿Sus padres tuvieron algún tipo de estudios? ¿Cuáles?
-Mi padre iba para a abogado pero su espíritu aventurero y su admiración por los africanistas le hicieron decantarse por ser militar.  Ingresó en la escuela de oficiales de Toledo y después se hizo cargo de su grupo de hombres en una base cercana a Cáceres, no recuerdo como se llamaba. Madre sabía lo básico, leer y escribir. No tuvo la  fortuna de ir a la escuela, tuvo que trabajar temprano para ayudar a sus parientes y así poder comer.
-¿Pertenecían a algún grupo político, asociación sindical o algo parecido?
-No, nunca les interesó la política. Mi padre estaba obsesionado con su trabajo y su esposa y mi madre, con nosotros y con la comida... No tenían tiempo ni espíritu para ocuparse de otras cosas, nunca fueron muy curiosos.

Me contó que nunca quiso esa guerra, que solo cumplía órdenes de sus superiores. Nunca me dijo si mato a alguien, pero yo sé que si lo hizo. Después de la guerra me dio una arenga para que no odiara a nadie, que amará a los que me rodearán,.. nunca pude entenderla, pero me conmovió su verdad.

-Háblame de sus hermanos, ¿cómo eran?
-Tuve dos hermanas, eran más mayores que yo, muy responsables y buenas eran. Siempre me protegían cuando hacía el travieso. Apenas estudiaron. Se llamaban Susana María y Sofía.Ambas se casaron pronto y se dedicaron al cuidado de la familia. Me dieron unos sobrinos maravillosos,... siempre estaré agradecido por su buena bondad y espíritu.
-Abuelo, ¿fue usted a la escuela?
-Tuve la suerte de estudiar. Estudié en un colegio interno religioso de chicos No estuvo mal… lo malo de todo eran los castigos, dándonos capones, collejas y bofetones. Incluso a veces nos obligaban a arrodillarnos y a extender los brazos. Era agotador y doloroso, pero no importaba, hice buenos amigos en la escuela y además conseguí aprender que la vida no solo son travesuras e inocencia, el sufrimiento y el dolor formaban parte de la vida cotidiana.
-¿Cuándo dejo la escuela? ¿Por qué?
-La dejé para ir a la universidad, por suerte mis padres me costearon los estudios, deseaban un buen futuro para y yo no les defraudé, me hice médico y conseguí una buena renta para vivir.(...) me dediqué a ser el doctor del pueblo, atendía a las personas enfermas con lo que podía, muchos murieron en mis manos, sin que pudiera hacer nada,

2. La historia de Aurelio. La Guerra Civil.

A partir de este momento, la conversación se centra en Aurelio y la Guerra Civil

 

-Ya te dije que mi padre no se metía en líos políticos. Solo era militar y creía que la disciplina era lo más honrado del mundo. Si actúo en un bando o en otro lo hizo solo por obedecer órdenes. Además, nunca me contó nada de lo sucedido. Así que creo que hizo algo que no quería que se supiera. Supongo que tuvo que matar a alguien o algo así. Da igual, mi padre era maravilloso, no me importa lo que hiciera.
En el 36 tenía 8 años... Mucha tensión había, pero en Valdefuentes lo más importante era la comida, así que no nos preocupábamos demasiado. Mis amigos y yo, más bien por inocencia, empezamos a apostar cuando empezaría la guerra. Dijimos en julio, agosto, septiembre e incluso enero del 37, y sorprendentemente acerté en la fecha, ¡maldita vez en que la dije!

 

Se arrepentía de muchas cosas. Tenía rabia. Me confesó que a veces lloraba, pero siempre lo hacía solo, ya que estaba mal visto en la época. No me lo creo. Era muy fuerte de espíritu como para llorar, siempre fue un hombre de aplomo.
(Mi padre) me contó que en el cuartel se vivía mucha tensión, casi todos eran contrarios a los rojos; discutían mucho. Mi padre sabía que la sublevación llegaría pronto. Como teniente-coronel tendría muchas responsabilidades. Sabía que si la rebelión empezaba tendría que tomar una decisión: se uniría a ellos o seguiría a la República. Al final fue con Franco, pero no porque quisiera. Se dejó llevar con la gente. Además tenía miedo a las venganzas y por tanto se unió a esos bastardos.
Me contó que en ese día los soldados del cuartel estaban muy nerviosos, algunos desertaron de sus unidades y se marcharon, no sé si para combatir, ¡dios solo lo sabe!. Padre tuvo aplomo y pudo acantonar las tropas varios días, pero la rebelión surgió y padre tuvo que combatir sin remedio.
(...) Me contó que nunca quiso esa guerra, que solo cumplía órdenes de sus superiores. Nunca me dijo si mato a alguien, pero yo sé que si lo hizo. Después de la guerra me dio una arenga para que no odiara a nadie, que amará a los que me rodearán,.. nunca pude entenderla, pero me conmovió su verdad.
Se dirigió a Badajoz para ayudar a los nacionales en la conquista, eso fue en agosto del 36. Allí conoció a Yagüe, que con sus legionarios mató a los rojos y conquistó la ciudad. Dijo que le hizo caer bien, le comentó que era muy alto para ser oficial.
(Mirando a Diego y refiriéndose a Aurelio) y  ¡Te pareces mucho a él! La misma cara, cuerpo... aunque de espíritu sois distintos.  Él era más activo, tú mas pensador. ¡Creo yo!
Se le encargó, junto con más de 2000 hombres, tomar Getafe... los de Getafe les recibieron con tanquetas.

El T-26, carro de fabricación soviética que hizo su aparición en las operaciones en torno a Toledo y Madrid en el otoño de 1936.



Después le ordenaron marchar a Madrid, donde perdió en sus misiones,... En septiembre, después de que se tomará Talavera de la Reina, ¿está en Toledo o en Madrid?, no lo sé, le ordenaron estar a la vanguardia del ataque a Madrid, aunque no lo hizo aún porque los generaluchos querían tomar Toledo (para “liberar” el Alcázar antes del ataque sobre Madrid) . Cuando lo hicieron se le encargó junto con más de 2000 hombres tomar Getafe. Cuando llegaron, me bromeó diciendo que, los de Getafe les recibieron con tanquetas. Tuvieron que retrasarse ya que no tenían granadas para destruirlos. Cuando volvieron con armas entraron en la ciudad y atraparon a todo bicho viviente que se moviera.

Cuando tomaron la ciudad una granada mal lanzada impactó muy cerca de dónde estaba padre. De milagro se salvó, ya que todos los
que estaban su lado murieron. Supongo que como estaba escoltado, la metralla de la granada se la llevaron sus subordinados. Cuando volvió en sí, me dijo que se puso a correr como el diablo pensando que los rojos contraatacaban. Cuando llegó a zona segura, todos se rieron de él, le tacharon de cobarde y traidor a la patria  (...). Me lo contó con lágrimas en los ojos. A pesar de las muertes que veía no se acostumbraba. Muchos camaradas suyos murieron en Getafe, pero por suerte para mi y para ti siguió vivo durante toda esa puerca guerra.
 Ya en el 38 participó en la batalla de Teruel, recibió una herida en la pierna por la metralla de un cañón. Después no combatió más.
(Él) Quería estar con sus soldados. Los otros oficiales le tachaban de loco, pero le tenían envidia. No tenían valor de entrar en combate. Padre no era cobarde, nunca lo fue, y quizá por eso mucha gente del pueblo le admiraba, otros en cambio le odiaban por matar a sus más queridos allegados.
En todos los muertos que veía,...en las familias de los muertos,... cuando luchaba, realmente no pensaba en nada, lo hacía cuando llegaba la calma. Se arrepentía de muchas cosas. Tenía rabia. Me confesó que a veces lloraba, pero siempre lo hacía solo, ya que estaba mal visto en la época. No me lo creo. Era muy fuerte de espíritu como para llorar, siempre fue un hombre de aplomo.

En junio del 39, venía muy delgado, con cicatrices en las manos. Recuerdo que cuando vino no dijo nada, se marchó a la habitación a dormir, estuvo dos días seguidos. Después salió y poco a poco habló de lo sucedido pero yo creo que nunca contó toda la verdad, algunas cosas las ocultó.
Volvió de la guerra y después abandonó su trabajo. Compró unas tierras y las trabajó junto con la familia. Me contó la guerra y me reñía porque yo quería ser soldado como él. Me obligó a estudiar, y así hice. Me hice médico y tuve una vida tranquila, creo yo.

Dibujo alusivo a las primeras huelgas bajo el franquismo (finales de los 50-comienzos de los 60).

 

Archivo gráfico de Cuadernos de Ruedo Ibérico.
No trajo nada, solo cicatrices y mal humor. No le culpo: yo me hubiera sentido igual, la guerra no da alegrías, solo penas y arrepentimientos, al menos eso creo yo.
3. Una pincelada de la Posguerra. Constantino “el revolucionario”
-¿Tuvo algún amigo republicano, anarquista, comunista, socialista o simplemente antifranquista que tuviera que esconderse de la represión posterior de la guerra civil?
-Se llamaba Constantino, su padre fue comunista, afiliado al POUM. Según sabía le fusilaron cuando le hicieron prisionero en Badajoz, en el 36, ¿conoces la ofensiva de Extremadura? Creo que hubo en Badajoz una represión con 4000 muertos, pues su padre fue uno de ellos. No consiguió verlo nunca más. Supongo que por eso Constantino siguió sus pasos.
Le llamaban “el revolucionario”, supongo que sabes lo que significa. Era un vándalo pero tenía un buen espíritu, en muchas ocasiones se salvó de la quema por astuto y cobarde. Cuando el peligro acechaba usaba las piernas para escapar por dónde había venido.
-¿Quién era el revolucionario?
- Ese hombre, Constantino, (...) en 1950, entregaba panfletos llamados, como él decía, libertadores por la comarca de Montánchez. Lo hacía de noche porque era más fácil esconderse si se enteraban los guardias. Alguna vez me dijo que le acompañará. Pero no quería problemas, sobre todo después de las charlas con padre de la guerra.
-¿Participó en alguna huelga o algo parecido?
-Yo una vez, en el 54 apoyé una huelga de campesinos. No fui para apoyar unos intereses, solo acompañé a este amigo mío. Cuando aparecieron los guardias civiles mi amigo y yo nos marchamos corriendo lo más rápido que pudimos. Nos libramos de una paliza pero al menos puedo decir que nos divertimos. W

JESÚS MARTÍNEZ, PILOTO DE LA REPÚBLICA

JESÚS MARTÍNEZ, PILOTO DE LA REPÚBLICA


 Una entrevista realizada por Patricia Griñón García (2º B Bachillerato)

Jesús Martínez con el uniforme de las Fuerzas Aéreas de la República Española


 

Patricia: ¿Cómo fue su infancia?
Jesús: Hice una vida normal, jugaba con mis amigos, hice primaria... Yo me quedé sin padre cuando tenía cinco anos, entonces vivíamos con mi abuela. Mi abuela tenia fincas, y vivíamos de eso.

 

P: ¿Fue a la escuela?

 

J: (Riéndose) Pues claro…

 

P: ¿Era de familia con dinero?

 

J: No, no, no nosotros eramos gente corriente, había ricos y había pobres, la escuela era una escuela pública de un pueblo, iban ricos, pobres, de todo...

 

P: ¿En qué año nació usted

J: En 1919.

 

P: ¿En qué pueblo?

J: Moratalla, provincia de Murcia.

P: ¿En qué trabajó?

 

J: No. yo hasta entrar la guerra.... bueno es que yo cuando empezó la guerra tenía 16 años, y estaba estudiando el bachiller, pero no...
P: ¿Se alistó o le llamaron?
J: No, no, mi quinta iba a ir al frente, porque yo soy del 40, pero yo preferí…, bueno, salió un anuncio que se necesitaban pilotos, y me alisté, me examinaron, y de ochenta y tantos que nos presentamos, en lo cultural, tuve el número doce. El ultimo, no el primero (me aclara). Aprobamos sólo doce.

 

P: ¿Pero se alistó porque quiso?
J: Sí, si fui voluntario, no que obligaran, pero preferí ser de aviación, porque me dieron una cierta opción para submarinos, pero a mi no me gustaba... (riéndose).
P: Le gustaban más los aviones, ¿vedad?
J: Sí, es que a mí no me gusta lo encerrao, yo no hubiera sido nunca ni minero ni... (pensativo).
P: Ni marinero, ni nada de eso ¿no?

 

 

Mi hermano, como cayó en la zona de Franco, pues le hicieron alferez (…) ÉI me contó cuando nos vimos, recién terminao la guerra: "Yo ya me enteré que eras piloto en la zona republicana, y todos los días miraba los partes de guerra a ver si había caído un aviador, y el nombre de los aviadores que derribaban los nacionales".
J: Entonces, pues nada, pasamos a la concentración. Y entonces eramos trescientos y entonces nos hicieron otro examen solamente físico. Y en el físico obtuve el número dos de constitución física (recuerda orgulloso) me ganó un catalán solamente. Bueno, porque en la parte baja... Bueno, te lo voy a explicar primero: había un círculo delante que tenía cuatro ruedas, y otro en el lateral. Y una "paletica", que tendría dos centímetros, y nos la pasaban, y en el centro tenía un cuadraico de nácar blanco; tenía que estar mirando allí (señala la derecha), y decir el color que te arrimaban por un lao o por otro, tú na más que mirando al frente, y ellos te pasaban por el bajo, por arriba... Y el catalán me ganó porque vió el rojo un centímetro antes que yo, era lo único que me sacó. Entonces me seleccionaron, y hice el curso de piloto.
P: Entonces, cuando usted empezó, ¿ya había empezado la guerra civil?

 

J: No, no yo cuando… no tenía suficiente edad, me alisté cuando iba… un año, o por ahí, de guerra iba. Y me alisté, y me seleccionaron.

 

P: ¿Y usted, con qué bando iba?

 

J: Yo, con los republicanos.

 

P: ¿Pero por qué le tocó, o porque era usted republicano?

 

J: Mira, yo era ya por amistades, por cosas que yo veía y eso, era republicano, pero no era yo un político...

 

P: Que no hacía mucho caso a la política ¿no?

 

J: No. Yo no era activo en política, y además no me gustaban las conversaciones de política... Pero como caí en la zona republicana pues luché con los republicanos. Y mi hermano, que era maestro de escuela, en Bilbao, como cayó en la zona de Franco, pues le hicieron alferez de Franco.ÉI me contó cuando nos vimos, es que recién terminao la guerra le dieron un permiso de tres días, y nos vimos, y me dijo: "yo ya me enteré que eras piloto en la zona republicana, y todos los días miraba los partes de guerra a ver si había caído un aviador, y el nombre de los aviadores que derribaban los nacionales".

 

P:¿Y su hermano estaba en tierra, o dónde?

J: Él estaba en tierra, era alferez de tierra..

Emblema de la aviación republicana


P: ¿Eso qué significa?
J: EI no era militar, lo que es que, en el bando nacinal se hicieron muchos alféreces, y los que tenían carrera, estudios…, les incorporaban, y hacían un cursillo de dos o tres años, y les daban el titulo de alféreces, y los mandaban al frente con una compañía.

Jesús, a la derecha, en uniforme de paseo.

P: ¿Estuvo usted en alguna operación?

 

J: Sí, una vez. No había entonces aviones, eramos más pilotos que aviones, porque los nacionales, por cada avión republicano, tenían diez o doce ellos. Nosotros luchábamos en desventaja. La culpa de todo eso la tuvieron Francia e Inglaterra, pero Francia tuvo mas, porque hubo una ley, de no intervención de la Sociedad de las Naciones, una cosa parecida a las Naciones Unidas, que decretó la no interención. Dijo que fuéramos los españoles solos los que nos arregláramos. Pero los voluntarios que había franceses en la zona republicana, eran voluntarios, nadie los mandó, y los que tenían los nacionales eran alemanes mandaos por Hitler, y los italianos mandaban también...
P: Claro, porque por aquel entonces Franco, Hitler y Mussolini eran amigos,¿ no?
J: Eso es, se ayudaban, o sea que ellos tenían aviación alemana, y aviación italiana. Nosotros teníamos aviación rusa, pero que entraban de Francia, pero no entraban sabiéndolo las naciones.

Recreación del Tupolev SB-2, Katiusca, bombardero de fabricación soviética empleado por las fuerzas aéreas republicanas.

No había entonces aviones, eramos más pilotos que aviones, porque los nacionales, por cada avión republicano, tenían diez o doce ellos. Nosotros luchábamos en desventaja.

 

P:¿Los aviones que pilotó tenían algún nombre especial?

 

J: Uno era Katiusca y el otro el mosca, pero los nacinales le llamaban el rata. Eran de Polikarpov un ingeniero ruso.

 

P: ¿Y usted no salió de España, aprendió a pilotarlos aquí?

 

J: No, yo estuve en Rusia, catorce meses en Rusia... (recuerda algo triste).

 

P:¿Sabe hablar algo de ruso?
J: Yo allí me defendía de los pocos, porque como estuve más tiempo que los otros… Yo soy el alumno piloto que más tiempo estuvo allí. Porque decían, te lo voy a decir, (riéndose), porque mí abuela voy a ser yo: oí una conversación entre pilotos y enfermeros, porque iban a los aeródromos con ambulancias, por si nos pasaba algo, y estaban hablando, y en ruso dijeron que habían dicho los profesores que, de todos los españoles que habían ido allí, el único con inteligencia y categoría para ser piloto era el "peque", o sea yo, porque todos me llamaban así, y en ruso peque es "malinki", y sin diminutivo es "malo" (riendose)… Lo que aquí es malo, malo allí es...

Recreación del Polikarpov I-16, avión de caza soviético conocido en España como “Mosca”

Bueno, y yo estaba escuchando la conversación, porque hice el curso nocturno, y yo me metía en el autobús para resguardarme del frío.
P: ¿No teían un sitio para dormir?
J: Sí, sí: había una escuela que tenía nueve mil alumnos, y los únicos extranjeros éramos nosotros. Los demás eran rusos, era una ciudad militar, y vivian allí las familias de los militares. Yo estuve catorce meses, porque como era un curso acelerao de guerra, para que volviera pronto a incorporarse a la aviación. EI curso era de seis meses, pero a mí me metían en cada cuso que salía nuevo. Yo hice navegación cuando los demás no lo hicieron, y por eso decían allí que era piloto internacional, porque los demás solo les enseñaban a volar y a tirar con la ametralladora. Era una cosa prácticamente de guerra, pero a mi, por ser el más majo, listo o no se por qué, siempre me nombraban para hacer un nuevo curso. Por eso estuve, en vez de seis meses, estuve nueve. Luego terminé ese curso, y me hicieron nocturno. Luego hice otro curso de meteorología, y eso me dio ese privilegio.

 

Cuando llegamos aquí nos mandaron a Barcelona. Comíamos en el comedor, en una travesía del Paseo de Gracia, y una noche estábamos cenando, y entró el ministro de la aviación, y también el teniente coronel Mendiola, que era el jefe dell 24 grupo de Katiuska y dijo: “A ver, cuatro voluntarios para hacer un servicio para la zona sur, y les dan quince días de permiso". Yo no me presenté, pero mi amigo, que tenía ganas de ver a su rubia y a su familia, dijo: "Aqui hay cuatro". Levantó el brazo, porque no se presentó nadie.

 

Entonces hicimos el servicio, que fue ir a las Baleares. Lo que teníamos que hacer era ver si entraba algún cargamento o algo, para que fuéramos a bombardear Palma de Mallorca. Y fuimos, y de ahí, tomamos rumbo a Albacete.

 

 

Cuando me bajé de allli me dieron un permiso, y me fui a mi pueblo donde me puse novio con esa mujer (señalando a Cande, su esposa).
P: ¿Y ahí la conoció?
J: No, yo la conocía desde que nacimos, pero cuando me enamoré de ella, antes de irme a Rusia, y yo tenía doce anos y ella también, yo tenía la ilusión de ella, y tanto es así que cuando volaba yo en Rusia, y veía un
pueblo decía: "¡Ay, si fuera Moratalla, hacía aquí una diablura para que me viera mi Cande". Entonces, cuando terminó el permiso, me mandaron (…) donde hoy esta la escuela de aviación, a San Javier, en Murcia, y ya estando en San Javier vino el fin de la guerra...
P: ¿Le metieron en la carcel?
J; Pasó por allí un autobús de aviacion y le digo a mi amigo: "Vámonos de aquí, que vienen los nacionales y nos meten en chirona". Y nos fuimos. Yo me fui a mi pueblo en el autobús aquel, y el se fue para ver a su novia y a su familia que estaban refugiaos en Alcantarilla (Murcia), porque entonces a la familias madrileñas que no estaban en edad militar las mandaban (al Sur). Pero estando en mi pueblo, tardó un mes, fue uno y me detuvo, y me querían llevar a un campo de concentración, pero no fue asi, y me dejaron en la prisión de mi pueblo. El día que me tenía que venir a buscar a para llevarme alli vino el alcalde, que por cierto tenia fama de malo, pero yo no se por qué, me mando a mi casa, y me prohibió salir por la calle. Solo salía por la noche para ver a Cande. Al mes o así me mandaron a Valencia, a hacer unos trabajos, pero tuve la suerte de que alli trabajaba un militar que era amigo de mi tío.Total, que me hicieron alli furriel, es el que cogía el pan y todo lo necesario para la comida. A los dos o tres meses de estar allí,  me mandaron al pueblo. Pero voy al pueblo, y entonces recibo una carta de que me presente en la jefatura de Murcia de aviación. Pero a la semana de volver a mi pueblo me detuvieron y me mandaron a Leganitos, una cárcel de aquí de Madrid. Pero no dure mucho porque mi primo era una autoridad en el gobierno de Franco y mandó una carta donde decía que me trataran" con mimo". Un cuñao mío puso una fábrica aquí,  en San Jóse de Valderas y estuve trabajando con él, y por eso ahora tengo dos pagas, la de piloto y la de la seguridad social.

Jesús y Cande, en la actualidad.


Antonio M.C.: Una juventud de postguerra.

Antonio M.C.: Una juventud de postguerra.

Cristina Ortiz, alumna de 2º de Bachillerato, entrevista a Antonio M.C., nacido el 20 de Mayo de 1933, cuya infancia y juventud transcurrieron en una barriada popular madrileña, el Puente de Vallecas.
Pregunta: En primer lugar me gustaría saber, ¿a qué edad se casó?
Respuesta: Pues en realidad, en realidad pues yo creo que a los 27 años, por ahí, entre los 26 y los 27, no lo sé fijo, ¡palabra!
P: ¿Y su pareja?
R: Ella 25 y yo 27, algo así es.
P: ¿Y había algún tipo de celebración especial con motivo de la boda?
R: Nos casamos con los dos padrinos, sin invitaos ni nada y yo ya llevaba dos niñas, una de cinco...y otra de tres y lo celebrábamos en una iglesia y llegué tarde a la boda, casi una hora porque no me quería casar pero me obligaron, después de eso no había convite, luego una cervecita con los padrinos y así se quedaban las celebraciones.
P: ¿A qué edad estableció el noviazgo?
R: Yo tenía entonces 16 años y ella 14.
P: ¿Muy joven no?
R: Excesivos.
P: ¿A qué edad tuvo su primer hijo?
R: Pues a los 20.
P: ¿Y cómo los crió?
R: Pues resignadamente, ¡qué remedio!
P: ¿Se conocía algún método para evitar los embarazos?
R: Nosotros siempre ha sido “marcha atrás”.
P: ¿No existían los preservativos?
R: Nada, nada, yo no sabía ni que existían, fíjate lo que te digo, en mi vida los he usado, te lo digo como lo siento, de verdad.
P: ¿Y tú como llegaste a esta conclusión, no tenías información de nadie o...?
R: Sí pero yo me fiaba más de mis posibilidades, más de los que hablaban es que en aquella época había unos cuentos chinos de los preservativos, que si los daban pinchaos... que si se rompían con facilidad... entonces dije, más vale asegurarte... en tu mentalidad personal, porque nada más que dos (hijas) en tantos años, fíjate tú si...

Las generaciones nacidas inmediatamente despues de la guerra civil fueron los progenitores del “baby-boom” de los años 60. Las familias numerosas eran habitualesen aquella época, impulsadas por la política pronatalista del franquismo.

 

Niños en una moto con sidecar, barrio de Palomeras (Madrid), años 60.


P: ¿Cuáles eran las enfermedades más comunes?
R: La vida era más corta porque había menos tratamiento, menos preparación y luego es que todos hemos pasao mucha hambre, en Madrid, horrible, no sé ni cómo hemos conseguido desarrollarnos.
P: ¿Y había muchas enfermedades relacionadas con la falta de alimentos?
R: Bueno, ya ves en aquella época existía el cólico miserere, el cólico miserere era que íbamos a los vertederos (…) teníamos que ir como los perritos buscando... las mondas de las patatas se freían y eso era como un jamón [sonríe].
P: ¿Y había parásitos?
R: Bueno la verdad es que era abundancia, a mí me cortaba el pelo el peluquero y mataba más bichos que pelo que cortaba, es que entonces no había higiene.
P: ¿A quién acudían cuando surgía alguna enfermedad?
R: Pues había allí un médico del barrio, yo te hablo del barrio doña Carlota en Puente Vallecas, donde nací y había un médico que curaba a todos y era un hombre muy bueno porque no había dinero y nos curaba... vamos nos trataba como buenamente podía y muchas veces no nos cobraba, era como de la familia como se suele decir.
P: ¿Y cuales eran las principales causas de fallecimiento?
R: En aquella época la tuberculosis era importante, también el tifus, el tifus también arrastró… tuvo una época que se llevó a bastante gente y ya te digo y el cólico miserere en la juventud... que te morías, que se te ponía así el vientre [con hinchazón del vientre], te comías cualquier cosa y eso no tenía cura, yo me acuerdo de varios de mi edad, del colegio que he ido varias veces a verlos a... más de diez o doce en aquella época.
P: ¿Se llevaba luto por los muertos?
R: Sí, entonces era bastante severo y no se ponían ni las radios y entonces no había televisión y había una época que ponías la radio y ¡buf!, no nos ponían ni la radio, porque el sentimiento era profundo (…) Había veces que te castigaban un año o dos años y yo me acuerdo que mi madre se ponía el luto y se tiraba a lo mejor cinco años sin... sin quitarse el luto.
P: ¿Y su casa como era?
R: Mi casa era en aquella época que yo nací, de las mejores casas que había en el Puente Vallecas, era una suerte que teníamos servicio en casa y agua corriente que no sé si habría en todo el barrio en la avenida doña Carlota, que hubiera 20 o 25 casas que tuvieran agua corriente, las demás todas eran pues eso, la latita, el orinalito y cosas de esas y la alcantarilla de la calle, claro, que no me puedo quejar (…) Contábamos con un saloncito, una habitación, otra, luego un tipo pasillo que tenía una cama y la cocina y un patio o sea cinco piezas y que hubiera unos 50m², además del patio, claro.
P: ¿Cuáles de estos servicios tenía su casa: agua corriente, luz eléctrica, gas o teléfono?
R: De teléfono nada y gas menos [sonríe] aquello era el fogón con leña y carbón y luz eléctrica sí, la bombilla ¿eh? Allí no había enchufes para calentar nada, nada más que la bombillita y agua corriente sí (…) Yo dormía en la misma habitación que mi abuela y mi hermana pequeñita muchas veces se acostaba conmigo y luego tenía otras dos hermanas que dormían en un retranqueo, en un trozo que había en la cocina y había una cama donde dormían las dos y de frente dormían mis padres.

Las barriadas, surgidas de la noche a la mañana, que acogían a la inmigración de aluvión carecían de los servicios públicos básicos (agua, alcantarillado…)

 

Madrid, El Pozo del Tío Raimundo (años 70).

P: ¿Se conocían algunos productos de la higiene personal?
R: No, ahí na más que había jabón, el que hacía mi abuela de ese casero y había que lavarse, porque el que no se lavara no comía, aunque a veces no había nada que comer, eso es verdad.
P: ¿Cuál era la frecuencia del baño y del cambio de ropa?
R: No había baño, salías al patio a un cachito de casita pequeñita y nada un chamicillo ahí con su taza y no había más y la fuente estaba, la pila había una pila con una fuente en el patio (…) La ropa cambiarnos, cada dos días, por ahí, porque los bichitos nos inundaban, había que cocerla y todo el laberinto, a mí me daban un producto ahí que olía más mal que la leche pa quitarme los habitantes que tenía en la cabeza.
P: ¿Había algún electrodoméstico?
R: Nada, el plato y la cuchara y la sartén pa guisar y el puchero.
P: ¿Cuándo tuvo su primera T.V y su primer teléfono?
R: Bueno....eso ya fue en Entrevías que tendría yo veinti...veintiún años, la televisión y el teléfono, ¡buf! No te puedo decir, mucho después ya, que tuviera 28 o 29 años cuando lo puso mi madre.
P: ¿Tiene estudios?
R: No, no ni los básicos, sé lo que tengo que cobrar y lo que tengo que pagar pero no me digas más que... nada, nada, nada y faltas de ortografía todas o sea que en seis meses lo que haya podido aprender. Luego fui a una academia... pero es que yo a los ocho años era estraperlista, yo vendía barras de pan, tabaco, harina, fideos..
P: ¿A qué edad comenzó a ir a la escuela?
R: A los 7 años, no llegarían.
P: ¿A qué edad la dejó y por qué?
R: Por la necesidad de casa, para vender en el estraperlo que teníamos y no había cumplido yo ni los siete años un poco más, desde los casi siete años a los que corresponden siete y medio y de ahí ya a ganarme el pienso hasta ahora.
P: ¿Qué material escolar utilizaba?
R: Pues era una pizarra, la tiza y (…) una cartilla y yo como hacía novillos en esos seis meses me la quitaban cuando iba al río (…) Yo estaba en un colegio de curas y na más que eran chicos.
P: ¿Qué proyectos tenían sus padres para su futuro?
R: Nada, la noche y el día, ir por estraperlo a los pueblos y tirarlo en el puente antes de llegar a Atocha y allí nos quedábamos fíjate con esa edad, con siete u ocho añitos, ir a cogerlo y subirte pal barrio cargao y tenías que pegarte con alguno que te estuviera esperando con esos paquetes para que no te los quitaran.
P: ¿Recibía algún tipo de castigo en la escuela?
R: Bueno, pos el clásico de rodillas, mirando a la pared y con los libros en las manos y te pegaban con la regla, pero nos untábamos ajos y así se escurría [ríe].
P: ¿Qué actividades practicaban en su tiempo libre?
R: Yo el fútbol, siempre al fútbol, yo en la parroquia era una figura del fútbol, yo, ¡bueno! Fíjate los Domingos no iba a misa y en aquella época era un pecado mortal, el más riguroso y el cura iba a buscarme y le decía a mi abuela: “¿Dónde está ese niño que otra vez ha hecho novillos para ir a misa? y lo necesito para jugar”.
P: ¿Cuántos juegos tenían y cuándo se los regalaban?
R: Juegos ninguno, a mí me... yo me acuerdo que me regalaron en reyes un parchís de cartón y por detrás llevaba la Oca, eso me lo regaló mi abuela del Puente que fui a que me diera el regalo de reyes y nos cogió un chaparrón el camino arriba que se me desarmó el juego [sonríe] No pude jugar ni una partida, con lo chulito que iba yo pa arriba.
P: ¿Y cuándo te los regalaban en reyes... en el cumpleaños?
R: En reyes, en los cumpleaños te daban a lo mejor... una castaña pilonga [ríe] o caramelos, lo que había.
P: ¿Y en qué lugares se reunían los jóvenes?
R: Nada, en la calle, ahí jugábamos a dola. La dola era que se agachaba uno y te saltaba otro por detrás y pues nada, cuando jugabas a dola y le cogías rabia a alguno jugábamos al lique, que según saltas, con la pierna derecha, bajabas así de lao y le pegabas en el culo con tol talón y le veías que lloraba y todo el pobre muchacho, pues putaditas de estas que hacíamos entonces.

Niños jugando a “burro” o “dola”



P: ¿Había algún tema del que no se pudiera hablar en su familia?
R: Ahí no podías hablar nunca porque...no te dejaban hablar, si te dolía la cabeza era lo único que te admitían: -¡estoy malo! Bueno eso sí, pero ya opiniones y conversaciones... era como muy de atraso.
P: Entonces, ¿de qué se hablaba?
R: No se hablaba de nada, tú llegabas a comer, tú te quedabas mirando a tu padre y como él te mirara y te regañara y te viera los ojos y le mantenías la vista, yo era de esa clase, pues me daba cada bofetada, que me ponía la cara, el carillo que no me podía abanicar dos días por ese lao, eso era así.
P: ¿Cuáles eran las comidas más habituales en su casa?
R: Hombre, comer sí comíamos, pero había una comida de hierbas, de éstas que ponen en los prados verdes, el césped, de este verde que ves en el campo, pues igualito y entonces cogía mi abuela que era la que preparaba la comida, que te echaba cuatro cazos de agua y uno de hierbas si llegaba, así que comer muy mal porque teníamos fideos que en aquella época los hacíamos nosotros pero... y comer el cacho pan de barra blanca, cuando éramos estraperlistas, que le echábamos aceite y azúcar y se te caía una mancha en el suéter y no dejabas que te lo lavaran porque eso era como si fueras condecorado y te decían los amigos: -¡esa mancha es que tienes aceite en casa!
Mi abuela era rifadora allí en el barrio rifaba una cestita de alimentos y era la que más posibilidades tenía de conseguir una peseta para poder comprar comida. Mi padre trabajaba de albañil, pero como éramos cinco o seis, no llegaba para todos y gracias a la abuela pues íbamos existiendo.
P: ¿Cuáles eran las principales celebraciones?
R: Pues...Nochebuena, que entonces se comía pollo y turrón, turrón que lo compraba mi padre cuando tenía un destajo porque era albañil, lo metía debajo de la cama y esas casas tenían humedad, todas y luego que pasaba que llegaba Nochebuena y estaba un poco rancio, pero te lo comías.
P: ¿Cómo se conservaban los alimentos?
R: Pues se conservaban bien porque te los comías de un día para otro, lo comprabas por la mañana y lo comías en el día y al otro día ya no había.
P: ¿Cuándo se empezaba a tratar a los jóvenes como adultos?
R: Bueno eso ya de cómo adultos... como adultos... bastante mayores, ya a partir de los veintialgo parece como que ya en tu casa parece como que te daban un poquito de cuartelillo, mientras tanto tenías que ser sumiso, si dabas tu opinión, te jugabas la paliza, porque eran así, no es que fueran malos ni buenos era el sistema que existía en aquella época.
P: ¿Era igual para los chicos y para las chicas?
R: No las chicas siempre han ido bastante machacadas.
P: En cuanto a su experiencia laboral, ¿a qué edad empezó a trabajar?
R: Yo trabajé de escayolista a los doce años, bueno yo empecé a los 10 años de pescadero y de pescadero pasé a botones de la destilería “La pajarita”, de “La pajarita” pasé a la fundición de vidrios y luego de ahí pasé a frutero y de frutero pasé al taller de mis tíos de escayolista y hasta la fecha, nunca he estado parao, nunca he cobrado del paro, he sio tonto, tenía que haber cobrao.
P: ¿Dónde trabajaba y qué salario cobraba?
R: Pues yo empecé cobrando 4 pesetas con veinticinco céntimos y cuando ya empecé de escayolista, me hicieron el carné sindical que había y ahí yo ganaba mucho dinero porque me sacaba trescientas pesetas en tres días y luego los 5 con veinticinco que me sobraban se los daba al chico que me traía el agua.
P: ¿Qué número de horas diarias trabajaba?
R: Pues ya ves, a lo mejor entrábamos a las ocho y media de la mañana y no salíamos hasta las siete y media o las ocho, doce horas más o menos.
P: ¿Y cuántos días a la semana?
R: Pues seis.
P: ¿Y qué vacaciones tenía?
R: Ningunas, ahí vacaciones ni que fueras sobrino de la familia, ahí no había exquisiteces.
P: ¿Podían hacer huelgas o negociar sus salarios?
R: No, huelgas...hombre ya se hicieron algunas huelgas y a posteriormente, ya de últimas de Franco, cuando Franco ya estaba finiquitando.
P: ¿Y de negociar los salarios?
R: Mira si tú tenías un relieve como profesional, si destacabas de los demás, tú ajustabas con el baranda que llamábamos nosotros al maestro, al jefe, tú ajustabas un precio y a lo mejor llegaba otro y como no reunía esas condiciones le ponía más barato y encima de que hacía menos metros le ponía más barato.
P: ¿Y recuerda los precios de algunos productos básicos como la leche, el pan, el vino o el aceite?
R: Bueno yo sé que en aquella época de chaval con 15 céntimos te pasabas y yo me acuerdo que con 5 pesetas te pasabas dos días en las verbenas del barrio y a lo mejo te gastabas 2 pesetas o 2´50 y te hinchabas de todo y montabas en tos los cacharros, eso era chicle, nunca se acababan las 5 pesetas.
P: ¿Con 15 céntimos que comprabas una barra de pan?
R: No, no, no con 15 céntimos comprabas caramelos, pipas, una barra de pan, algarrobas que son unas cosas alargadas como las judías verdes.

 

Cartilla de racionamiento –años 40-

P: ¿Pero el precio del vino y el aceite no recuerdas más o menos los precios?
R: Bueno eso ya, es que eso ni lo tocabas, porque yo me acuerdo ya que mi madre iba a comprar e ibas fiado, entonces una cartilla que te daba el tendero, una lista y te iba apuntando lo que le debías, siempre te apuntaba más de lo debido pero nos íbamos apañando.
P: ¿Producían en casa algún alimento o los compraban fuera?
R: Producíamos sí, nosotros teníamos un horno de pan y comprábamos harina y hacíamos fideos y las barras que hacíamos eran de pan blanco.
P: ¿Existía algún producto difícil de conseguir en el mercado?
R: Hombre, difícil, difícil, en aquella época el azúcar blanco, porque entonces había un azúcar moreno, en terrones y la blanca era más... difícil de conseguir, el aceite tampoco era fácil de conseguir.
P: ¿Vivió el racionamiento y el estraperlo?
R: Claro,  yo he sido un fugitivo en aquella época, el estraperlo era coger e ir a un horno donde se vendía pan a todos los que vendíamos en la calle, por ejemplo, si valía una barra una peseta, pues lo vendías a 1´10 o 1´15 y el estraperlo era eso, que tú lo revendías y con ese dinero ibas viviendo. El estraperlo era servir a la gente cosas que no se encontraban, porque eran difícil de adquirir, ése es el problema. El estraperlo era el pan de cada día en España...por lo menos en Madrid.
P: Elija algunos recuerdos de estos periodos históricos: La Guerra Civil, el Franquismo y la Transición democrática
R: De la Guerra Civil, vivíamos ahí en la Avenida doña Carlota y entonces había unos cazas que se enfrentaban ahí en las dehesas y pasaban por encima de nuestras casas, tiraban bombas y había casas que desaparecían y nosotros apostados, que decía mi abuela: -¡venga al refugio, todos al refugio!. El refugio era el patio, que habíamos hecho una cueva y ahí nos metíamos, o sea que si cae la bomba allí, ya estábamos enterraos y todo...mucho miedo, entonces había un abuso bastante fuerte cuando la guerra y entonces mi padre estuvo preso y fueron a buscarle para matarle varias veces y tuvo que escaparse por los tejados (…) A mí por no cantar el “Cara al sol” me hicieron tomarme dos frasquitos de aceite de ricino, porque iba caminando con dos amigos por el Puente de Vallecas y nos encontramos con tres falangistas de estos de la camisa azul... y nos querían obligar a cantar el “cara al sol” y nosotros decíamos que no nos lo sabíamos (…) y nos negamos y nos metieron a cada uno dos frascos de aceite de ricino, como eran mayores que nosotros, nos lo tragamos y desde que nos pillaron hasta donde yo vivía, probablemente dos kilómetros, pues no veas como llegamos a casa, nos habían lavado el estómago de qué manera, no se me olvidará en la vida, esos eran los que defendían el país.

El adoctrinamiento político empezaba en la infancia.

 

Revista Flecha (1937)

P: Comparando cómo era el país en su juventud, ¿qué le parece que ha cambiado para mejor y qué ha cambiado para peor?

R: La juventud nuestra... perdóname pero era más sana que la de ahora, había otra nobleza y más encariñados con los padres, no sé éramos unos hijos... no sé si será la unidad que te produce el no tener nada y las calamidades que se pasan en casa, la unidad con los padres. Era todo más sencillo y más humilde. Y para mejor, yo en cuestión de cultura para la juventud, estudios y formación, muy a favor de ahora, claro. Y para peor el sentimiento a la familia, no son los hijos igual que antes, no digo que todos, en reglas generales, no totales.W

Campesinos sin tierra, peones camineros y el caso del difunto perdido (Cartas de los electores a un diputado del Frente Popular, 1936)

Campesinos sin tierra, peones camineros y el caso del difunto perdido (Cartas de los electores a un diputado del Frente Popular, 1936)

Fernando Hernández Sánchez
Una de las servidumbres que los cargos electos tienen que afrontar en un sistema democrático es la de recibir peticiones de sus electores con los más variados motivos: personales, laborales, económicos.... o solicitudes para mediar en conflictos, “recomendar” a una determinada persona, o conseguir la adopción de determinadas resoluciones.
A continuación reproducimos los fragmentos de cuatro cartas recibidas por Jesús Hernández Tomás (1907-1971), diputado comunista por la provincia de Córdoba en las elecciones que el 16 de febrero de 1936  dieron el triunfo al Frente Popular[1]. A través de ellas se percibe vivamente el clima de expectación generado por la victoria de las izquierdas que, para los autores de estas misivas, se identificaba con el anhelo de una justicia social hasta entonces inalcanzada en el profundo sur caciquil y latifundista. 
Hemos respetado dos elementos originales de los documentos: la ortografía y la sintaxis. Debemos hacernos idea, al leer esta correspondencia plagada de expresiones humildes, ingenuas y trabajosamente trabadas, del esfuerzo que suponía para unos obreros iletrados dirigir sus reclamaciones por escrito a un cargo político que era, por primera vez y en todo el sentido de la expresión, su diputado.
La primera carta fue suscrita el 18 de abril de 1936 por un colectivo de colonos –campesinos que explotaban pequeñas parcelas de tierra a cambio del pago de una renta- del municipio de La Rambla:
 “Estimado camarada, salud. Te ponemos en conocimiento lo que nos pasa a los colonos del cortijo de ‘Marizorrilla’ (...) propiedad de la Sª Eujenia Mª Sol Duquesa Vª de Santoña y otros títulos (...) Llevamos de arrendamiento más del siglo pues vienen los hijos heredando a los padres estos arrendamientos y en el 1934 nos desaucian a 7 camaradas no por falta de pago sino porque no teniamos los contratos puestos a nuestro nombre porque nos los cedian nuestras familias (...) y le dan las tierras a varios fascistas que poseen muchas propiedades y nosotros pedimos el reingreso de nuestras tierras (...) Y pedimos todos los colonos la expropiacion del cortijo por que creemos que nos pertenecen y ademas nos hemos enterado de que tratan de vender las tierras a muy bajo precio por temor a que les sean despropiadas (...) Te rogamos que hagas lo posible para que nos sena entregadas esas tierras que por derecho nos pertenecen y terminen estos abusos que cometen con los trabajadores honrados del campo”.
El hambre de tierras golpeaba aún más intensamente a jornaleros como los de Zuheros, que hasta entonces no habían obtenido más respuesta que la actuación contundente de las fuerzas de orden público, según expresaban el 22 de mayo:
“En el día once de marzo actual, cuando sosteniendo una huelga de campesinos por nuestra colocación, la Guardia Civil sin haber harteración de orden, dispararon contra el Pueblo para atender las apetencias del viejo caciquismo que quiere por la fuerza (...) minar los simientos de la Republica, resultando de estos echos tres heridos y varios maltratados a golpes por la fuerza publica (…), prosediendose a la detencion de varios, entre ellos los heridos que despues de sanar han ingresao en la carcel (...) Los dichos obreros no han delinquido ni aun cometido la falta por la que se hicieron merecedores de tan malos tratos como han sido objeto y de la prologada pricion que sufren. Que son hobreros padres de familia las desamparadas, la falta de quienes con su trabajo les proporcionan lo indispensable para su sosten por todo lo cual a Vdes suplicamos se les conseda a estos hobreros dignos compañeros nuestros la livertad, lo que no dudamos conseguir de sus magnanimos y generosos corazones. Viva Vdes muchos años”.
Las condiciones de vida, que perpetuaban en el campo español la situación de miseria, aparecían reflejadas en este otro mensaje:

“Yo soy caminero peon en La Rambla de Cordoba, yebo 30 años desenpeñando este destino. Nosotros los camineros (...) tenemos ocho oras de trabajo manual con azado pico o rrastrilla: y serbisio permanente (...) y el suerdo que nos dan es para marbivil una familia, las obligaciones muchas y serias. Asi es que yo le suplico lebante su bos en el parlamento en beneficio de estos martires de su deber que tan poco atendidos emos sido en nuestras peticiones de mejora siempre se nos a dado la rrazon pero nunca la justicia a llegado con sus resplandor a nuestros tristes ogares”

Pero junto a estas, fundadas en la reclamación de legítimas demandas, no faltaban las solicitudes curiosas de quienes consideraban que la obligación de un cargo político era resolver cualquier cuestión, por surrealista que pareciese:
“El 5 de Julio del año pasado murió un hermano mio [y] lo enterraron al mismo tiempo que otros siete que murieron el mismo dia, y han hecho un lio tan grande que no se sabe donde está enterrado de entre los 8 como los demás; fue mi cuñada a reclamar y el director (anterior a este) le dijo que no dijera nada porque ya se arreglaria, el caso es que mi cuñada a vuelto infinidad de veces y le han echado con cajas destempladas, y esta es la fecha que despues de 10 meses no sabemos donde está enterrado; Triunfamos el 16 de Febrero y han cambiado el director de Cementerios (...) pero todo sigue igual (...) Que nos se nos atendiera antes lo comprendo, pero que sigan ahora las izquierdas lo mismo no hay derecho, por eso espero que haras algo por este asunto”.
Historias del mundo agrario, demandas de pan y tierra, reclamaciones contra desmanes administrativos. Testimonios, en fin, de una esperanza colectiva truncada apenas unos meses después, que uno de los peticionarios había logrado sintetizar en su carta:
“Aber si ahora en esta ocasión pudiera ser que se nos rreconociera, no con lujo sino para vivil con arreglo a lo dispuesto en la Constitucion de la Republica Española de trabajadores de todas clases.


[1] Archivo General de la Guerra Civil Española (Salamanca), Sección Político Social de Madrid, Caja 409, legajos 53, 56 y 57.

Un defensa condenado a muerte

Un defensa condenado a muerte

Se editan las memorias de una capitán del Madrid represaliado en 1936

Patricio Pedro López Escobal era riojano. Nació en Logroño en 1903. Durante los años veinte fue jugador del Real Madrid C.F. Apodado “El Fakir” jugaba de defensa derecho y llegó a ser capitán del equipo. Internacional con España, participó en los Juegos Olímpicos de París (1924) en los que la selección obtuvo la medalla de plata.
Compaginó su carrera deportiva con su formación académica pues en Madrid cursó Ingeniería Industrial. Ya desde joven mostró inquietudes políticas y conciencia social pues impulsó el primer sindicato de futbolistas españoles para conseguir “un sueldo digno para los jugadores”.
Fue compañero y amigo de Santiago Bernabeu en el Real Madrid
En el Real Madrid, fue compañero y amigo de Santiago Bernabeu, aunque no debían coincidir en sus ideas políticas. Y es que Bernabeu, el futuro presidente del Club en los años cincuenta (los de las copas de Europa)  combatiría en el bando rebelde durante la Guerra Civil Española. En los años en los que ambos coincidieron en el equipo, el Real Madrid lo entrenaba Mr. Petland. De aquella época recordaba Escobal “los bailes galantes, la juerga, las aventuras amorosas… Una vez acabó en comisaría por abofetear a una mujer casada con la que mantenía una relación porque ésta le confesó que sólo estaba con él para probar a qué sabe un futbolista. El deporte rey eran los toros,(la actual plaza de Las Ventas de Madrid se inauguró en 1929) el fútbol se quedaba para el invierno.”

Tras retirarse comenzó a trabajar como Ingeniero en el ayuntamiento de Logroño. Pero en 1934, después de la revolución de Asturias, fue destituido sin instrucción de expediente. Volvió a Madrid y encontró empleo.

Se afilió a Izquierda Republicana, el partido de Azaña. Cuándo en febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones, Escobal, marchó a Logroño para recuperar su empleo en el ayuntamiento. Allí le sorprendió el Alzamiento, que triunfó inmediatamente en La Rioja. Pocos días después era detenido y apresado. Fue conducido con otras personas al Cine Avenida o Frontón Beti-Jai habilitado como cárcel improvisada.
Para entonces, hacía un año que estaba enfermo. Arrastraba las secuelas de una infección que le provocaba llagas y heridas dolorosas, mal cicatrizadas que seguían supurando. Su situación se agravó en prisión: “Yacía  entre las ratas  sin poder moverse, moribundo”
Allí “fue testigo de las sacas, fusilamientos que se practicaban, sin lógica aparente, todas las noches. Supo que su nombre figuró en dos de esas sacas. En otras dos ocasiones formó parte de un convoy de la muerte, pero, en el último momento, le hicieron regresar al camión,  recuerda su familiar Pablo Escondrillas. Escobal, en los cuatro años que estuvo encarcelado, vio como asesinaban a sus amigos por los motivos más peregrinos. Remarca el cainismo de aquellos meses: Una maestra fue asesinada por un pelotón en el que había dos antiguos alumnos suyos”Tras el primer año de guerra fue confinado en Pedernales (Vizcaya). En 1940, logró embarcar en Portugalete (Vizcaya) con destino a Cuba y finalmente a EE.UU. Se dirigió a Cleveland (Ohio) dónde se encontraba su cuñado Ramón. Después, se reuniría en Nueva York con su hermano. Allí estableció un negocio propio (una tienda de electrodomésticos)  con el que fue tirando durante 15 años. Se colocó después en la Oficina de Gas y Electricidad y terminó como “jefe de ingenieros, del alumbrado de Queens, el barrio más extenso de Nueva York,” dónde llegó a ser felicitado por regenerar el sistema de alumbrado. Sólo volvió a visitar  España tras la muerte de Franco.
En 1968 escribió sus memorias, pero no llegó a publicarlas hasta 1974, tras el fallecimiento de su madre, por temor a represalias. Se editaron en inglés con el título Death Row,
Fila de muerte. A su madre, había intentado llevársela a América pero, la anciana no se adaptó. Tampoco él quería volver porque: “La decencia había desaparecido de España . “Picasso, admirado por las peripecias de Escobal, se ofreció a hacer unos dibujos para la primera edición. Nunca se concretó el proyecto.” Por fin, tras el final de la Dictadura  volvió a Logroño en 1978 para promocionar su libro y de nuevo retornó en 1982 con ocasión del Mundial de Fútbol.
Murió en 2002, a los 99 años de edad, en su apartamento de la isla de Manhattan
. Tres años después la editorial Ediciós Do Castro  publica en español su libro con el título Las Sacas.

 

Reelaboración Entresiglos
a
partir del artículo publicado en EL PAÍS, Lunes 24 de octubre de 2005, contraportada y
 http: // riojavirtual.com/riojanos/escobal 1 htm

Entrevista a Concha Pérez, anarquista barcelonesa de 89 años.

 

 

 

 

 

En el diario EL PAÍS se publicaba en el verano de 2004 una breve entrevista de la que extraemos los siguientes fragmentos por su valor como testimonio  histórico vivo:

En la clínica Barceloneta por un problema de espalda, Concha Pérez recuerda su vida.
-¿Sigue siendo anarquista?
-Lo seré hasta que me muera. Mi padre ya lo era, yo nací siéndolo y moriré siéndolo. Aunque anarquistas del todo ya no somos, es imposible.
-¿No han sobrevivido las ideas anarquistas?
-Nosotros aplicamos muchas y algunas duran. El naturismo, la unión libre y,sobre todo, la lucha por el bienestar de los trabajadores que es la principal.
(...)
-¿Había ido al colegio?
-A temporadas. Mi padre, analfabeto, tuvo la obsesión de formarnos bien: nos llevaban al colegio, le detenían y entonces nos sacaban. No había dinero. Pero me fui formando en el Ateneo y hoy puedo hablar de todo.
-¿Cuál era su ambición?
-Cambiar la sociedad. Entonces pensábamos que se cambiaba a tiros, pero es complicado. Amtes de la guerra hicimos cosas bonitas como la Escuela Racionalista. Había cambiado mis ideas revolucionarias, pensábamos en educar, en repartir todo, pero el golpe no nos dejó más remedio que coger las armas. La noche del 18 de julio fuimos en camión al cuartel de Pedralbes  (entonces a las afueras e Barcelona) y nos llevamos el polvorín. Con la emoción nos olvidamos las municiones, volvimos, tomamos la Maternidad, instalamos los comedores populares, acordonamos el barrio, requisamos el convento de Loreto sin matar a nadie, formamos la Columna Ortiz y marchamos al frente aragonés.
(...)
-¿Qué tal el  amor libre?
-Igual que el otro. Tenías tu compañero y ése era para toda la vida. Y muchos paisanos (anarquistas) eran muy machistas. La  revolución de la mujer no acabó.
-¿Sólo tuvo un amor?
-Tuve tres. El primero, en el frente no fue bien. Al segundo, padre de mi hijo, lo conocí en la enfermería de Argelés (localidad del Sur de Francia). Era medico, socialista, y se fue a la Francia ocupada (por los nazis). Me quedé con el nene de tres meses y no supe más. Con el tercero viví 30 años en Barcelona.
-¿Se siente víctima de la historia?
-El fascismo nos deshizo la vida, la escuela, la colectividad, los caminos trazados, lo tiró todo por el suelo. Pero de víctima nada, he sido una luchadora.
-¿Cómo aguantó el franquismo 40 años?
-Nos  ayudábamos entre paisanos. Tuvimos la parada de venta en el mercado, muchos presos que salían cosían calzoncillos y los vendíamos, a otros los colocábamos de proyeccionistas de cine, acomodadores y taquilleros. Medio sector del cine en Barcelona era de la CNT.
-¿Al llegar la transición votó?
-No. Formé la Asociación de Vecinos de El Raval (el popular barrio del casco antiguo barcelonés), donde vivo; hicimos un centro para ancianos; luchamos para mejorar el barrio...Votando sólo he tenido un desliz: en marzo, pero fue para echar a éste de una vez. Me recordaba demasiado a Franco.

EL PAÍS, Lunes 2 de agosto de 2004, contraportada

El extraño caso de los pañeros de Mula (Un ejemplo de los juicios sumarísimos de la postguerra española)

Floren Dimas Balsalobre reúne la doble faceta de investigador de la represión franquista en Murcia y de inagotable luchador por la recuperación de la Memoria Histórica en su región, a través de la presidencia de la asociación “Amigos de los Caídos por la Libertad”, pionera en este campo. Floren lleva mucos años buceando en los archivos militares donde se conservan los legajos de los juicios sumarísimos que sirvieron para perseguir a los partidarios de la legalidad republicana en la región murciana. Un ejemplo de la arbitrariedad y de la ausencia de garantías legales para los procesados que caracterizaban a los consejos de guerra es este caso que nos envía para nuestra revista: SUMARIO Nº 6.346-MU.1- Visto en Consejo de Guerra en Murcia en 1939 contra: Antonio Caballero Ródenas, Alfredo Caballero Ródenas y Antonio Caballero Valero (a) el Pistolete.- El denunciante, vecino de Bullas (Murcia), acusa a tres personas de una misma familia, de ser los asesinos de dos "pañeros" (vendedores ambulantes de sábanas, toallas, manteles, etc.), y realiza ante la Guardia Civil de Mula (Murcia) una descripción de los hechos en la que describe, con gran profusión de chorros y regueros de sangre, cómo los acusados bajaron a las víctimas por una escalera de la habitación de la posada que regentaban, y cómo con gran sigilo los subieron a un coche, desapareciendo en la noche.

Lo cierto es que en días posteriores corre como la pólvora en el pueblo el rumor de que los pañeros han sido asesinados y el coche arrojado por un barranco, pero nadie ha visto cadáver alguno, ni saben de qué barranco se trata, ni qué automóvil es. El denunciante, días después de que el rumor ya fuese general, asegura ante la Guardia Civil de Mula, que accidentalmente los vio desde un escondite en la oscuridad de la medianoche, con el trajín del embarque de los cuerpos, y aporta los nombres de los ya nada presuntos asesinos: dos hermanos y otro más que resultan ser -no por casualidad- personas todas de izquierdas. Nadie ha llegado a preguntar al pueblo por el paradero de los pañeros. Nadie denuncia el robo de ningún coche. Nadie es capaz de decir de dónde ha partido el rumor. Pues bien, a partir de la "confesión" de este sujeto (el denunciante es un pobre lacayo de un señorito local) se pone en marcha todo el tinglado judicial, bajo la acusación de ser sospechosos de asesinato “con ensañamiento” de los pañeros, y ya, de paso, les acusan de la muerte del Marqués de Villarrobledo y de otro cacique en el pueblo de Mula, víctimas de las revueltas incontroladas de los cuatro primeros meses de la guerra.El interrogatorio a uno de los sospechosos, de 55 años, se hace en presencia del Juez Instructor de Mula (Militar), del Secretario y del Jefe Local de Falange, según consta en las diligencias. En un punto de la declaración del inculpado, se hace constar sin reparo alguno: "se suspende el interrogatorio por indisposición del detenido" (la consabida paliza para “refrescar la memoria”). Lo bueno viene cuando el 25 de octubre de ese año, el mismo denunciante comparece de nuevo para declarar que -¡atención!- "retira la acusación, porque todo lo que aseguré sobre la muerte de los pañeros, no es verdad, porque cuando declaré estaba bebido y no sabía lo que hacía".La retractación del denunciante, sin embargo, no sirvió para que acabara aquí la cosa, porque como ya estaba en marcha la maquinaria judicial, no era cosa de desperdiciar tanto esfuerzo inquisidor con el sobreseimiento, así que siguen el hilo del marqués y del cacique, que tampoco les lleva a ningún lado, por lo que, para dejar sentado el espíritu de la justicia benevolente del régimen franquista declaran a los acusados "sospechosos de doble asesinato, en virtud de sus pésimos antecedentes marxistas que les hacen acreedores a la comisión de todo acto de barbarie contra personas de orden".Con este “considerando” se despacha en su sentencia el Consejo de Guerra, señalando: 20 años de prisión mayor para Antonio, 12 años para Alfredo y la absolución para el tercero. Menos mal que el arrepentimiento del delator llegó pronto; de lo contrario los supuestos asesinos del “Caso de los pañeros" hubieran sido pasados por las armas de la justicia implacable del Caudillo, llamado por el poeta José María Pemán “Timonel de la dulce sonrisa”.