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Nº 2 Marzo, 2006

Un defensa condenado a muerte

Un defensa condenado a muerte

Se editan las memorias de una capitán del Madrid represaliado en 1936

Patricio Pedro López Escobal era riojano. Nació en Logroño en 1903. Durante los años veinte fue jugador del Real Madrid C.F. Apodado “El Fakir” jugaba de defensa derecho y llegó a ser capitán del equipo. Internacional con España, participó en los Juegos Olímpicos de París (1924) en los que la selección obtuvo la medalla de plata.
Compaginó su carrera deportiva con su formación académica pues en Madrid cursó Ingeniería Industrial. Ya desde joven mostró inquietudes políticas y conciencia social pues impulsó el primer sindicato de futbolistas españoles para conseguir “un sueldo digno para los jugadores”.
Fue compañero y amigo de Santiago Bernabeu en el Real Madrid
En el Real Madrid, fue compañero y amigo de Santiago Bernabeu, aunque no debían coincidir en sus ideas políticas. Y es que Bernabeu, el futuro presidente del Club en los años cincuenta (los de las copas de Europa)  combatiría en el bando rebelde durante la Guerra Civil Española. En los años en los que ambos coincidieron en el equipo, el Real Madrid lo entrenaba Mr. Petland. De aquella época recordaba Escobal “los bailes galantes, la juerga, las aventuras amorosas… Una vez acabó en comisaría por abofetear a una mujer casada con la que mantenía una relación porque ésta le confesó que sólo estaba con él para probar a qué sabe un futbolista. El deporte rey eran los toros,(la actual plaza de Las Ventas de Madrid se inauguró en 1929) el fútbol se quedaba para el invierno.”

Tras retirarse comenzó a trabajar como Ingeniero en el ayuntamiento de Logroño. Pero en 1934, después de la revolución de Asturias, fue destituido sin instrucción de expediente. Volvió a Madrid y encontró empleo.

Se afilió a Izquierda Republicana, el partido de Azaña. Cuándo en febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones, Escobal, marchó a Logroño para recuperar su empleo en el ayuntamiento. Allí le sorprendió el Alzamiento, que triunfó inmediatamente en La Rioja. Pocos días después era detenido y apresado. Fue conducido con otras personas al Cine Avenida o Frontón Beti-Jai habilitado como cárcel improvisada.
Para entonces, hacía un año que estaba enfermo. Arrastraba las secuelas de una infección que le provocaba llagas y heridas dolorosas, mal cicatrizadas que seguían supurando. Su situación se agravó en prisión: “Yacía  entre las ratas  sin poder moverse, moribundo”
Allí “fue testigo de las sacas, fusilamientos que se practicaban, sin lógica aparente, todas las noches. Supo que su nombre figuró en dos de esas sacas. En otras dos ocasiones formó parte de un convoy de la muerte, pero, en el último momento, le hicieron regresar al camión,  recuerda su familiar Pablo Escondrillas. Escobal, en los cuatro años que estuvo encarcelado, vio como asesinaban a sus amigos por los motivos más peregrinos. Remarca el cainismo de aquellos meses: Una maestra fue asesinada por un pelotón en el que había dos antiguos alumnos suyos”Tras el primer año de guerra fue confinado en Pedernales (Vizcaya). En 1940, logró embarcar en Portugalete (Vizcaya) con destino a Cuba y finalmente a EE.UU. Se dirigió a Cleveland (Ohio) dónde se encontraba su cuñado Ramón. Después, se reuniría en Nueva York con su hermano. Allí estableció un negocio propio (una tienda de electrodomésticos)  con el que fue tirando durante 15 años. Se colocó después en la Oficina de Gas y Electricidad y terminó como “jefe de ingenieros, del alumbrado de Queens, el barrio más extenso de Nueva York,” dónde llegó a ser felicitado por regenerar el sistema de alumbrado. Sólo volvió a visitar  España tras la muerte de Franco.
En 1968 escribió sus memorias, pero no llegó a publicarlas hasta 1974, tras el fallecimiento de su madre, por temor a represalias. Se editaron en inglés con el título Death Row,
Fila de muerte. A su madre, había intentado llevársela a América pero, la anciana no se adaptó. Tampoco él quería volver porque: “La decencia había desaparecido de España . “Picasso, admirado por las peripecias de Escobal, se ofreció a hacer unos dibujos para la primera edición. Nunca se concretó el proyecto.” Por fin, tras el final de la Dictadura  volvió a Logroño en 1978 para promocionar su libro y de nuevo retornó en 1982 con ocasión del Mundial de Fútbol.
Murió en 2002, a los 99 años de edad, en su apartamento de la isla de Manhattan
. Tres años después la editorial Ediciós Do Castro  publica en español su libro con el título Las Sacas.

 

Reelaboración Entresiglos
a
partir del artículo publicado en EL PAÍS, Lunes 24 de octubre de 2005, contraportada y
 http: // riojavirtual.com/riojanos/escobal 1 htm

Entrevista a Concha Pérez, anarquista barcelonesa de 89 años.

 

 

 

 

 

En el diario EL PAÍS se publicaba en el verano de 2004 una breve entrevista de la que extraemos los siguientes fragmentos por su valor como testimonio  histórico vivo:

En la clínica Barceloneta por un problema de espalda, Concha Pérez recuerda su vida.
-¿Sigue siendo anarquista?
-Lo seré hasta que me muera. Mi padre ya lo era, yo nací siéndolo y moriré siéndolo. Aunque anarquistas del todo ya no somos, es imposible.
-¿No han sobrevivido las ideas anarquistas?
-Nosotros aplicamos muchas y algunas duran. El naturismo, la unión libre y,sobre todo, la lucha por el bienestar de los trabajadores que es la principal.
(...)
-¿Había ido al colegio?
-A temporadas. Mi padre, analfabeto, tuvo la obsesión de formarnos bien: nos llevaban al colegio, le detenían y entonces nos sacaban. No había dinero. Pero me fui formando en el Ateneo y hoy puedo hablar de todo.
-¿Cuál era su ambición?
-Cambiar la sociedad. Entonces pensábamos que se cambiaba a tiros, pero es complicado. Amtes de la guerra hicimos cosas bonitas como la Escuela Racionalista. Había cambiado mis ideas revolucionarias, pensábamos en educar, en repartir todo, pero el golpe no nos dejó más remedio que coger las armas. La noche del 18 de julio fuimos en camión al cuartel de Pedralbes  (entonces a las afueras e Barcelona) y nos llevamos el polvorín. Con la emoción nos olvidamos las municiones, volvimos, tomamos la Maternidad, instalamos los comedores populares, acordonamos el barrio, requisamos el convento de Loreto sin matar a nadie, formamos la Columna Ortiz y marchamos al frente aragonés.
(...)
-¿Qué tal el  amor libre?
-Igual que el otro. Tenías tu compañero y ése era para toda la vida. Y muchos paisanos (anarquistas) eran muy machistas. La  revolución de la mujer no acabó.
-¿Sólo tuvo un amor?
-Tuve tres. El primero, en el frente no fue bien. Al segundo, padre de mi hijo, lo conocí en la enfermería de Argelés (localidad del Sur de Francia). Era medico, socialista, y se fue a la Francia ocupada (por los nazis). Me quedé con el nene de tres meses y no supe más. Con el tercero viví 30 años en Barcelona.
-¿Se siente víctima de la historia?
-El fascismo nos deshizo la vida, la escuela, la colectividad, los caminos trazados, lo tiró todo por el suelo. Pero de víctima nada, he sido una luchadora.
-¿Cómo aguantó el franquismo 40 años?
-Nos  ayudábamos entre paisanos. Tuvimos la parada de venta en el mercado, muchos presos que salían cosían calzoncillos y los vendíamos, a otros los colocábamos de proyeccionistas de cine, acomodadores y taquilleros. Medio sector del cine en Barcelona era de la CNT.
-¿Al llegar la transición votó?
-No. Formé la Asociación de Vecinos de El Raval (el popular barrio del casco antiguo barcelonés), donde vivo; hicimos un centro para ancianos; luchamos para mejorar el barrio...Votando sólo he tenido un desliz: en marzo, pero fue para echar a éste de una vez. Me recordaba demasiado a Franco.

EL PAÍS, Lunes 2 de agosto de 2004, contraportada

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