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Nº 2 Marzo, 2006

Antonio M.C.: Una juventud de postguerra.

Antonio M.C.: Una juventud de postguerra. Cristina Ortiz, alumna de 2º de Bachillerato, entrevista a Antonio M.C., nacido el 20 de Mayo de 1933, cuya infancia y juventud transcurrieron en una barriada popular madrileña, el Puente de Vallecas.
Pregunta: En primer lugar me gustaría saber, ¿a qué edad se casó?
Respuesta: Pues en realidad, en realidad pues yo creo que a los 27 años, por ahí, entre los 26 y los 27, no lo sé fijo, ¡palabra!
P: ¿Y su pareja?
R: Ella 25 y yo 27, algo así es.
P: ¿Y había algún tipo de celebración especial con motivo de la boda?
R: Nos casamos con los dos padrinos, sin invitaos ni nada y yo ya llevaba dos niñas, una de cinco...y otra de tres y lo celebrábamos en una iglesia y llegué tarde a la boda, casi una hora porque no me quería casar pero me obligaron, después de eso no había convite, luego una cervecita con los padrinos y así se quedaban las celebraciones.
P: ¿A qué edad estableció el noviazgo?
R: Yo tenía entonces 16 años y ella 14.
P: ¿Muy joven no?
R: Excesivos.
P: ¿A qué edad tuvo su primer hijo?
R: Pues a los 20.
P: ¿Y cómo los crió?
R: Pues resignadamente, ¡qué remedio!
P: ¿Se conocía algún método para evitar los embarazos?
R: Nosotros siempre ha sido “marcha atrás”.
P: ¿No existían los preservativos?
R: Nada, nada, yo no sabía ni que existían, fíjate lo que te digo, en mi vida los he usado, te lo digo como lo siento, de verdad.
P: ¿Y tú como llegaste a esta conclusión, no tenías información de nadie o...?
R: Sí pero yo me fiaba más de mis posibilidades, más de los que hablaban es que en aquella época había unos cuentos chinos de los preservativos, que si los daban pinchaos... que si se rompían con facilidad... entonces dije, más vale asegurarte... en tu mentalidad personal, porque nada más que dos (hijas) en tantos años, fíjate tú si...

Las generaciones nacidas inmediatamente despues de la guerra civil fueron los progenitores del “baby-boom” de los años 60. Las familias numerosas eran habitualesen aquella época, impulsadas por la política pronatalista del franquismo.

 

Niños en una moto con sidecar, barrio de Palomeras (Madrid), años 60.


P: ¿Cuáles eran las enfermedades más comunes?
R: La vida era más corta porque había menos tratamiento, menos preparación y luego es que todos hemos pasao mucha hambre, en Madrid, horrible, no sé ni cómo hemos conseguido desarrollarnos.
P: ¿Y había muchas enfermedades relacionadas con la falta de alimentos?
R: Bueno, ya ves en aquella época existía el cólico miserere, el cólico miserere era que íbamos a los vertederos (…) teníamos que ir como los perritos buscando... las mondas de las patatas se freían y eso era como un jamón [sonríe].
P: ¿Y había parásitos?
R: Bueno la verdad es que era abundancia, a mí me cortaba el pelo el peluquero y mataba más bichos que pelo que cortaba, es que entonces no había higiene.
P: ¿A quién acudían cuando surgía alguna enfermedad?
R: Pues había allí un médico del barrio, yo te hablo del barrio doña Carlota en Puente Vallecas, donde nací y había un médico que curaba a todos y era un hombre muy bueno porque no había dinero y nos curaba... vamos nos trataba como buenamente podía y muchas veces no nos cobraba, era como de la familia como se suele decir.
P: ¿Y cuales eran las principales causas de fallecimiento?
R: En aquella época la tuberculosis era importante, también el tifus, el tifus también arrastró… tuvo una época que se llevó a bastante gente y ya te digo y el cólico miserere en la juventud... que te morías, que se te ponía así el vientre [con hinchazón del vientre], te comías cualquier cosa y eso no tenía cura, yo me acuerdo de varios de mi edad, del colegio que he ido varias veces a verlos a... más de diez o doce en aquella época.
P: ¿Se llevaba luto por los muertos?
R: Sí, entonces era bastante severo y no se ponían ni las radios y entonces no había televisión y había una época que ponías la radio y ¡buf!, no nos ponían ni la radio, porque el sentimiento era profundo (…) Había veces que te castigaban un año o dos años y yo me acuerdo que mi madre se ponía el luto y se tiraba a lo mejor cinco años sin... sin quitarse el luto.
P: ¿Y su casa como era?
R: Mi casa era en aquella época que yo nací, de las mejores casas que había en el Puente Vallecas, era una suerte que teníamos servicio en casa y agua corriente que no sé si habría en todo el barrio en la avenida doña Carlota, que hubiera 20 o 25 casas que tuvieran agua corriente, las demás todas eran pues eso, la latita, el orinalito y cosas de esas y la alcantarilla de la calle, claro, que no me puedo quejar (…) Contábamos con un saloncito, una habitación, otra, luego un tipo pasillo que tenía una cama y la cocina y un patio o sea cinco piezas y que hubiera unos 50m², además del patio, claro.
P: ¿Cuáles de estos servicios tenía su casa: agua corriente, luz eléctrica, gas o teléfono?
R: De teléfono nada y gas menos [sonríe] aquello era el fogón con leña y carbón y luz eléctrica sí, la bombilla ¿eh? Allí no había enchufes para calentar nada, nada más que la bombillita y agua corriente sí (…) Yo dormía en la misma habitación que mi abuela y mi hermana pequeñita muchas veces se acostaba conmigo y luego tenía otras dos hermanas que dormían en un retranqueo, en un trozo que había en la cocina y había una cama donde dormían las dos y de frente dormían mis padres.

Las barriadas, surgidas de la noche a la mañana, que acogían a la inmigración de aluvión carecían de los servicios públicos básicos (agua, alcantarillado…)

 

Madrid, El Pozo del Tío Raimundo (años 70).

P: ¿Se conocían algunos productos de la higiene personal?
R: No, ahí na más que había jabón, el que hacía mi abuela de ese casero y había que lavarse, porque el que no se lavara no comía, aunque a veces no había nada que comer, eso es verdad.
P: ¿Cuál era la frecuencia del baño y del cambio de ropa?
R: No había baño, salías al patio a un cachito de casita pequeñita y nada un chamicillo ahí con su taza y no había más y la fuente estaba, la pila había una pila con una fuente en el patio (…) La ropa cambiarnos, cada dos días, por ahí, porque los bichitos nos inundaban, había que cocerla y todo el laberinto, a mí me daban un producto ahí que olía más mal que la leche pa quitarme los habitantes que tenía en la cabeza.
P: ¿Había algún electrodoméstico?
R: Nada, el plato y la cuchara y la sartén pa guisar y el puchero.
P: ¿Cuándo tuvo su primera T.V y su primer teléfono?
R: Bueno....eso ya fue en Entrevías que tendría yo veinti...veintiún años, la televisión y el teléfono, ¡buf! No te puedo decir, mucho después ya, que tuviera 28 o 29 años cuando lo puso mi madre.
P: ¿Tiene estudios?
R: No, no ni los básicos, sé lo que tengo que cobrar y lo que tengo que pagar pero no me digas más que... nada, nada, nada y faltas de ortografía todas o sea que en seis meses lo que haya podido aprender. Luego fui a una academia... pero es que yo a los ocho años era estraperlista, yo vendía barras de pan, tabaco, harina, fideos..
P: ¿A qué edad comenzó a ir a la escuela?
R: A los 7 años, no llegarían.
P: ¿A qué edad la dejó y por qué?
R: Por la necesidad de casa, para vender en el estraperlo que teníamos y no había cumplido yo ni los siete años un poco más, desde los casi siete años a los que corresponden siete y medio y de ahí ya a ganarme el pienso hasta ahora.
P: ¿Qué material escolar utilizaba?
R: Pues era una pizarra, la tiza y (…) una cartilla y yo como hacía novillos en esos seis meses me la quitaban cuando iba al río (…) Yo estaba en un colegio de curas y na más que eran chicos.
P: ¿Qué proyectos tenían sus padres para su futuro?
R: Nada, la noche y el día, ir por estraperlo a los pueblos y tirarlo en el puente antes de llegar a Atocha y allí nos quedábamos fíjate con esa edad, con siete u ocho añitos, ir a cogerlo y subirte pal barrio cargao y tenías que pegarte con alguno que te estuviera esperando con esos paquetes para que no te los quitaran.
P: ¿Recibía algún tipo de castigo en la escuela?
R: Bueno, pos el clásico de rodillas, mirando a la pared y con los libros en las manos y te pegaban con la regla, pero nos untábamos ajos y así se escurría [ríe].
P: ¿Qué actividades practicaban en su tiempo libre?
R: Yo el fútbol, siempre al fútbol, yo en la parroquia era una figura del fútbol, yo, ¡bueno! Fíjate los Domingos no iba a misa y en aquella época era un pecado mortal, el más riguroso y el cura iba a buscarme y le decía a mi abuela: “¿Dónde está ese niño que otra vez ha hecho novillos para ir a misa? y lo necesito para jugar”.
P: ¿Cuántos juegos tenían y cuándo se los regalaban?
R: Juegos ninguno, a mí me... yo me acuerdo que me regalaron en reyes un parchís de cartón y por detrás llevaba la Oca, eso me lo regaló mi abuela del Puente que fui a que me diera el regalo de reyes y nos cogió un chaparrón el camino arriba que se me desarmó el juego [sonríe] No pude jugar ni una partida, con lo chulito que iba yo pa arriba.
P: ¿Y cuándo te los regalaban en reyes... en el cumpleaños?
R: En reyes, en los cumpleaños te daban a lo mejor... una castaña pilonga [ríe] o caramelos, lo que había.
P: ¿Y en qué lugares se reunían los jóvenes?
R: Nada, en la calle, ahí jugábamos a dola. La dola era que se agachaba uno y te saltaba otro por detrás y pues nada, cuando jugabas a dola y le cogías rabia a alguno jugábamos al lique, que según saltas, con la pierna derecha, bajabas así de lao y le pegabas en el culo con tol talón y le veías que lloraba y todo el pobre muchacho, pues putaditas de estas que hacíamos entonces.

Niños jugando a “burro” o “dola”



P: ¿Había algún tema del que no se pudiera hablar en su familia?
R: Ahí no podías hablar nunca porque...no te dejaban hablar, si te dolía la cabeza era lo único que te admitían: -¡estoy malo! Bueno eso sí, pero ya opiniones y conversaciones... era como muy de atraso.
P: Entonces, ¿de qué se hablaba?
R: No se hablaba de nada, tú llegabas a comer, tú te quedabas mirando a tu padre y como él te mirara y te regañara y te viera los ojos y le mantenías la vista, yo era de esa clase, pues me daba cada bofetada, que me ponía la cara, el carillo que no me podía abanicar dos días por ese lao, eso era así.
P: ¿Cuáles eran las comidas más habituales en su casa?
R: Hombre, comer sí comíamos, pero había una comida de hierbas, de éstas que ponen en los prados verdes, el césped, de este verde que ves en el campo, pues igualito y entonces cogía mi abuela que era la que preparaba la comida, que te echaba cuatro cazos de agua y uno de hierbas si llegaba, así que comer muy mal porque teníamos fideos que en aquella época los hacíamos nosotros pero... y comer el cacho pan de barra blanca, cuando éramos estraperlistas, que le echábamos aceite y azúcar y se te caía una mancha en el suéter y no dejabas que te lo lavaran porque eso era como si fueras condecorado y te decían los amigos: -¡esa mancha es que tienes aceite en casa!
Mi abuela era rifadora allí en el barrio rifaba una cestita de alimentos y era la que más posibilidades tenía de conseguir una peseta para poder comprar comida. Mi padre trabajaba de albañil, pero como éramos cinco o seis, no llegaba para todos y gracias a la abuela pues íbamos existiendo.
P: ¿Cuáles eran las principales celebraciones?
R: Pues...Nochebuena, que entonces se comía pollo y turrón, turrón que lo compraba mi padre cuando tenía un destajo porque era albañil, lo metía debajo de la cama y esas casas tenían humedad, todas y luego que pasaba que llegaba Nochebuena y estaba un poco rancio, pero te lo comías.
P: ¿Cómo se conservaban los alimentos?
R: Pues se conservaban bien porque te los comías de un día para otro, lo comprabas por la mañana y lo comías en el día y al otro día ya no había.
P: ¿Cuándo se empezaba a tratar a los jóvenes como adultos?
R: Bueno eso ya de cómo adultos... como adultos... bastante mayores, ya a partir de los veintialgo parece como que ya en tu casa parece como que te daban un poquito de cuartelillo, mientras tanto tenías que ser sumiso, si dabas tu opinión, te jugabas la paliza, porque eran así, no es que fueran malos ni buenos era el sistema que existía en aquella época.
P: ¿Era igual para los chicos y para las chicas?
R: No las chicas siempre han ido bastante machacadas.
P: En cuanto a su experiencia laboral, ¿a qué edad empezó a trabajar?
R: Yo trabajé de escayolista a los doce años, bueno yo empecé a los 10 años de pescadero y de pescadero pasé a botones de la destilería “La pajarita”, de “La pajarita” pasé a la fundición de vidrios y luego de ahí pasé a frutero y de frutero pasé al taller de mis tíos de escayolista y hasta la fecha, nunca he estado parao, nunca he cobrado del paro, he sio tonto, tenía que haber cobrao.
P: ¿Dónde trabajaba y qué salario cobraba?
R: Pues yo empecé cobrando 4 pesetas con veinticinco céntimos y cuando ya empecé de escayolista, me hicieron el carné sindical que había y ahí yo ganaba mucho dinero porque me sacaba trescientas pesetas en tres días y luego los 5 con veinticinco que me sobraban se los daba al chico que me traía el agua.
P: ¿Qué número de horas diarias trabajaba?
R: Pues ya ves, a lo mejor entrábamos a las ocho y media de la mañana y no salíamos hasta las siete y media o las ocho, doce horas más o menos.
P: ¿Y cuántos días a la semana?
R: Pues seis.
P: ¿Y qué vacaciones tenía?
R: Ningunas, ahí vacaciones ni que fueras sobrino de la familia, ahí no había exquisiteces.
P: ¿Podían hacer huelgas o negociar sus salarios?
R: No, huelgas...hombre ya se hicieron algunas huelgas y a posteriormente, ya de últimas de Franco, cuando Franco ya estaba finiquitando.
P: ¿Y de negociar los salarios?
R: Mira si tú tenías un relieve como profesional, si destacabas de los demás, tú ajustabas con el baranda que llamábamos nosotros al maestro, al jefe, tú ajustabas un precio y a lo mejor llegaba otro y como no reunía esas condiciones le ponía más barato y encima de que hacía menos metros le ponía más barato.
P: ¿Y recuerda los precios de algunos productos básicos como la leche, el pan, el vino o el aceite?
R: Bueno yo sé que en aquella época de chaval con 15 céntimos te pasabas y yo me acuerdo que con 5 pesetas te pasabas dos días en las verbenas del barrio y a lo mejo te gastabas 2 pesetas o 2´50 y te hinchabas de todo y montabas en tos los cacharros, eso era chicle, nunca se acababan las 5 pesetas.
P: ¿Con 15 céntimos que comprabas una barra de pan?
R: No, no, no con 15 céntimos comprabas caramelos, pipas, una barra de pan, algarrobas que son unas cosas alargadas como las judías verdes.

 

Cartilla de racionamiento –años 40-

P: ¿Pero el precio del vino y el aceite no recuerdas más o menos los precios?
R: Bueno eso ya, es que eso ni lo tocabas, porque yo me acuerdo ya que mi madre iba a comprar e ibas fiado, entonces una cartilla que te daba el tendero, una lista y te iba apuntando lo que le debías, siempre te apuntaba más de lo debido pero nos íbamos apañando.
P: ¿Producían en casa algún alimento o los compraban fuera?
R: Producíamos sí, nosotros teníamos un horno de pan y comprábamos harina y hacíamos fideos y las barras que hacíamos eran de pan blanco.
P: ¿Existía algún producto difícil de conseguir en el mercado?
R: Hombre, difícil, difícil, en aquella época el azúcar blanco, porque entonces había un azúcar moreno, en terrones y la blanca era más... difícil de conseguir, el aceite tampoco era fácil de conseguir.
P: ¿Vivió el racionamiento y el estraperlo?
R: Claro,  yo he sido un fugitivo en aquella época, el estraperlo era coger e ir a un horno donde se vendía pan a todos los que vendíamos en la calle, por ejemplo, si valía una barra una peseta, pues lo vendías a 1´10 o 1´15 y el estraperlo era eso, que tú lo revendías y con ese dinero ibas viviendo. El estraperlo era servir a la gente cosas que no se encontraban, porque eran difícil de adquirir, ése es el problema. El estraperlo era el pan de cada día en España...por lo menos en Madrid.
P: Elija algunos recuerdos de estos periodos históricos: La Guerra Civil, el Franquismo y la Transición democrática
R: De la Guerra Civil, vivíamos ahí en la Avenida doña Carlota y entonces había unos cazas que se enfrentaban ahí en las dehesas y pasaban por encima de nuestras casas, tiraban bombas y había casas que desaparecían y nosotros apostados, que decía mi abuela: -¡venga al refugio, todos al refugio!. El refugio era el patio, que habíamos hecho una cueva y ahí nos metíamos, o sea que si cae la bomba allí, ya estábamos enterraos y todo...mucho miedo, entonces había un abuso bastante fuerte cuando la guerra y entonces mi padre estuvo preso y fueron a buscarle para matarle varias veces y tuvo que escaparse por los tejados (…) A mí por no cantar el “Cara al sol” me hicieron tomarme dos frasquitos de aceite de ricino, porque iba caminando con dos amigos por el Puente de Vallecas y nos encontramos con tres falangistas de estos de la camisa azul... y nos querían obligar a cantar el “cara al sol” y nosotros decíamos que no nos lo sabíamos (…) y nos negamos y nos metieron a cada uno dos frascos de aceite de ricino, como eran mayores que nosotros, nos lo tragamos y desde que nos pillaron hasta donde yo vivía, probablemente dos kilómetros, pues no veas como llegamos a casa, nos habían lavado el estómago de qué manera, no se me olvidará en la vida, esos eran los que defendían el país.

El adoctrinamiento político empezaba en la infancia.

 

Revista Flecha (1937)

P: Comparando cómo era el país en su juventud, ¿qué le parece que ha cambiado para mejor y qué ha cambiado para peor?

R: La juventud nuestra... perdóname pero era más sana que la de ahora, había otra nobleza y más encariñados con los padres, no sé éramos unos hijos... no sé si será la unidad que te produce el no tener nada y las calamidades que se pasan en casa, la unidad con los padres. Era todo más sencillo y más humilde. Y para mejor, yo en cuestión de cultura para la juventud, estudios y formación, muy a favor de ahora, claro. Y para peor el sentimiento a la familia, no son los hijos igual que antes, no digo que todos, en reglas generales, no totales.W

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