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Nº 2 Marzo, 2006

El extraño caso de los pañeros de Mula (Un ejemplo de los juicios sumarísimos de la postguerra española)

Floren Dimas Balsalobre reúne la doble faceta de investigador de la represión franquista en Murcia y de inagotable luchador por la recuperación de la Memoria Histórica en su región, a través de la presidencia de la asociación “Amigos de los Caídos por la Libertad”, pionera en este campo. Floren lleva mucos años buceando en los archivos militares donde se conservan los legajos de los juicios sumarísimos que sirvieron para perseguir a los partidarios de la legalidad republicana en la región murciana. Un ejemplo de la arbitrariedad y de la ausencia de garantías legales para los procesados que caracterizaban a los consejos de guerra es este caso que nos envía para nuestra revista: SUMARIO Nº 6.346-MU.1- Visto en Consejo de Guerra en Murcia en 1939 contra: Antonio Caballero Ródenas, Alfredo Caballero Ródenas y Antonio Caballero Valero (a) el Pistolete.- El denunciante, vecino de Bullas (Murcia), acusa a tres personas de una misma familia, de ser los asesinos de dos "pañeros" (vendedores ambulantes de sábanas, toallas, manteles, etc.), y realiza ante la Guardia Civil de Mula (Murcia) una descripción de los hechos en la que describe, con gran profusión de chorros y regueros de sangre, cómo los acusados bajaron a las víctimas por una escalera de la habitación de la posada que regentaban, y cómo con gran sigilo los subieron a un coche, desapareciendo en la noche.

Lo cierto es que en días posteriores corre como la pólvora en el pueblo el rumor de que los pañeros han sido asesinados y el coche arrojado por un barranco, pero nadie ha visto cadáver alguno, ni saben de qué barranco se trata, ni qué automóvil es. El denunciante, días después de que el rumor ya fuese general, asegura ante la Guardia Civil de Mula, que accidentalmente los vio desde un escondite en la oscuridad de la medianoche, con el trajín del embarque de los cuerpos, y aporta los nombres de los ya nada presuntos asesinos: dos hermanos y otro más que resultan ser -no por casualidad- personas todas de izquierdas. Nadie ha llegado a preguntar al pueblo por el paradero de los pañeros. Nadie denuncia el robo de ningún coche. Nadie es capaz de decir de dónde ha partido el rumor. Pues bien, a partir de la "confesión" de este sujeto (el denunciante es un pobre lacayo de un señorito local) se pone en marcha todo el tinglado judicial, bajo la acusación de ser sospechosos de asesinato “con ensañamiento” de los pañeros, y ya, de paso, les acusan de la muerte del Marqués de Villarrobledo y de otro cacique en el pueblo de Mula, víctimas de las revueltas incontroladas de los cuatro primeros meses de la guerra.El interrogatorio a uno de los sospechosos, de 55 años, se hace en presencia del Juez Instructor de Mula (Militar), del Secretario y del Jefe Local de Falange, según consta en las diligencias. En un punto de la declaración del inculpado, se hace constar sin reparo alguno: "se suspende el interrogatorio por indisposición del detenido" (la consabida paliza para “refrescar la memoria”). Lo bueno viene cuando el 25 de octubre de ese año, el mismo denunciante comparece de nuevo para declarar que -¡atención!- "retira la acusación, porque todo lo que aseguré sobre la muerte de los pañeros, no es verdad, porque cuando declaré estaba bebido y no sabía lo que hacía".La retractación del denunciante, sin embargo, no sirvió para que acabara aquí la cosa, porque como ya estaba en marcha la maquinaria judicial, no era cosa de desperdiciar tanto esfuerzo inquisidor con el sobreseimiento, así que siguen el hilo del marqués y del cacique, que tampoco les lleva a ningún lado, por lo que, para dejar sentado el espíritu de la justicia benevolente del régimen franquista declaran a los acusados "sospechosos de doble asesinato, en virtud de sus pésimos antecedentes marxistas que les hacen acreedores a la comisión de todo acto de barbarie contra personas de orden".Con este “considerando” se despacha en su sentencia el Consejo de Guerra, señalando: 20 años de prisión mayor para Antonio, 12 años para Alfredo y la absolución para el tercero. Menos mal que el arrepentimiento del delator llegó pronto; de lo contrario los supuestos asesinos del “Caso de los pañeros" hubieran sido pasados por las armas de la justicia implacable del Caudillo, llamado por el poeta José María Pemán “Timonel de la dulce sonrisa”.

 

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