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Nº 2 Marzo, 2006

Los Republicanos represaliados en Valdenoceda (Burgos)

Los Olvidados de Valdenoceda

EN UN PEQUEÑO PUEBLO DE BURGOS, LOS RESTOS DE 153 PRESOS REPUBLICANOS MUERTOS EN PRISIÓN TRAS LA GUERRA CIVIL ESPERAN UN FUNERAL DIGNO.

El pequeño pueblo de Valdenoceda en el norte de la provincia de Burgos, tiene 73 habitantes y un pequeño cementerio que esconde un terrible pasado: cada vez que se excava una nueva tumba asoman los restos de uno o varios esqueletos humanos sepultados allí hace más de seis décadas. Permanecen enterrados a tan sólo un palmo de la superficie y corresponden a 153 personas, antiguos presos republicanos que murieron allí de hambre y de frío en los años posteriores al a Guerra Civil (1936-1939), encerrados en una antigua prisión a orillas del río Ebro.

Juan María González Fernández de Mera era uno de ellos. Murió el 14 de abril de 1941, justo 10 años después de la proclamación de la II República y el día en el que cumplía 50 años. Dejó solos a cuatro hijos y a una mujer analfabeta, como cuenta su nieto José María. Su delito: “Adhesión a la rebelión” por ser el conserje de la Casa del Pueblo de Ciudad Real, la manera del franquismo de negar su golpe de Estado contra el Gobierno republicano acusando a los vencidos de traición(...)

Juan María fue detenido al poco de terminar la guerra y llevado a la prisión de Valdenoceda en un tren e ganado con centenares de manchegos, de los que 62 perderían su vida a más de 400 kilómetros de sus hogares junto a decenas de madrileños, vascos, andaluces, gallegos, catalanes.... Sus nombres, pero sobre todo el lugar y la forma en que murieron, han permanecido olvidados durante décadas, hasta que el nieto de Juan María comenzó a indagar.

“Mi padre hablaba muy poco sobre la muerte de mi abuelo, era un tema prohibido en casa”, dice José María González, comercial de profesión y residente en Amorebieta (Vizcaya). Pero la curiosidad pudo más. “Queríamos saber dónde había fallecido, y sobre todo qué delito había cometido”, cuenta. La pista llevó pronto, a él y a su sobrino, hasta el juzgado de Valdenoceda. “Su nombre estaba en el registro de defunción, pero nos llamó la atención que, como él había decenas de personas que murieron por las mismas causas: colitis epidémica o tuberculosis pulmonar”
Algo estremeció a José María: “No había ninguna tumba. A medida que morían, los enterraban en fosas comunes cerca del cementerio, ya que el sacerdote de entonces no permitía que los rojos compartieran sus tumbas con sus fieles.” (...)

Historia de un hombre que sobrevivió al infierno

ERNESTO SEMPERE tiene 84 años y es uno de los últimos supervivientes de Valdenoceda, “una prisión de exterminio”, como la describe. La recuerda por su “crueldad” y sus duras condiciones de vida: frío, oscuridad y una ración de comida al día que consistía en “una alubia podrida flotando en un caldo sucio”, y medidas disciplinarias criminales como encerrar a los presos en “celdas de castigo en el sótano, que con la crecida del Ebro se inundaban hasta la altura del cuello”, recuerda. “null”.

Sempere nació en Ciudad Real y luchó en la guerra como comandante en el Ejército Popular. Fue hecho prisionero en 1939. “El 17 de julio e 1940 me condenaron a 20 años e prisión. Lo recuerdo porque es noche fusilaron a mi padre”. Ernesto Sempere Beneyto, presidente provincial e Unión Republicana. Cuando llegó a Valdenoceda “era de noche y hacía mucho frío”, recuerda. Lo primero que vio fue a “un hombre con pelo blanco y ojos tristísimos. Lo más cercano a la locura”. Era el catedrático de Historia Juan Antonio Gaya, que junto a Sempere y otros 11 reclusos serían conocidos como los 13 de la fama. (...)

Valdenoceda es un recuerdo “muy amargo” para este anciano que no olvida, pero sí perdona, “algo que con los años es fácil”.

El PAÍS, Domingo 19 de Diciembre de 2004, Suplemento, 12 Historia

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