Presentación
Agustín Izquierdo Alberca
Llevamos varios decenios oyendo hablar de la desintegración de la cultura tradicional, de la falta generalizada de valores y de la profunda crisis de identidad de la vieja Europa. Ahora, en España, contemplamos una cara de esa crisis a través de un enfrentamiento político que se caracteriza, principalmente, por el enturbiamiento deliberado de la información. En esta coyuntura es difícil que el ciudadano de a pie puede salir indemne. Es complicado pensar por uno mismo, sobre todo si estamos acostumbrados a que los datos nos vengan suministrados desde fuera (léase periódico, televisión radio, etc. ). Por eso, en estos momentos de incertidumbre global, el papel del análisis histórico permanece tan relevante como siempre. A partir de aquí, el nacimiento de Entresiglos 20/21, la revista que hoy presentamos, parte de una vocación de encuentro con la historia y con la perenne curiosidad intelectual sobre ese concepto tan relativo que conocemos con el nombre de "verdad". Nuestra iniciativa, y de esto estamos más que convencidos, pasa por enseñara buscarla.
El ciudadano de pie al que hacíamos referencia se forma, entre otros ámbitos, en nuestras escuelas y centros de secundaria y es en ellos, como profesionales de la enseñanza que somos, donde podemos empezar a promover el interés por la aventura de la historia. No se trata de investigar o aprender sólo por placer de hacer más abultada nuestra memoria, sino de convencer a nuestros jóvenes de su participación real, de que están contribuyendo en la medida de sus posibilidades a hacer historia, a escribirla, a formar parte de ella y, quizás, a resolver algunos de los problemas en los que nos vemos implicados a la fuerza. Así, pues, Entresiglos 20/21, es una apuesta directa por la participación de los alumnos en la investigación histórica que, bien seguro, acabará haciéndolos conscientes de su papel de agentes sociales y de protagonistas en la creación de opinión.
A menudo hablamos de las grandes corrientes históricas y de los prohombres que las forjaron, pero es bien sabido que debajo de todo ese mundo sobresaliente existe una poderosa corriente de microhistorias, de historias anónimas y particulares, de intrahistorias que hacen posibles los grandes cambios. La investigación de estas particularidades es la materia prima de las interpretaciones generales que luego vemos plasmadas en ensayos y libros de texto, y es en este menester donde Entresiglos 20/21 quiere colocar su aportación. Decía Marc Bloch, eminente medievalista francés del siglo pasado, que "no existe el buen testigo; no hay más que buenos o malos testimonios." El testimonio de los menesterosos, si es bueno, vale tanto unido al de sus iguales como los de Alejandro Magno o Napoleón Bonaparte. Investigando las peripecias del padre, de la prima o de la bisabuela, es posible que nuestros estudiantes consigan acercarse al oficio de historiador. En tiempos difusos el conocimiento histórico se convierte en una necesidad acuciante y la historia oral en una fuente de reconstrucción de nuestra identidad y de nuestros orígenes sociales. Únicamente sobre estas bases podremos vislumbrar el futuro.
Los beneficios pedagógicos de la creación de esta revista están fuera de toda duda. En primer lugar, intentamos propiciar el acercamiento del estudiante, por sí mismo, a los datos históricos y romper así con el extrañamiento que la histori1t. puramente libresca produce en el alumno. En segundo lugar, estimulamos que el proceso de aprendizaje no se sustente únicamente en la clase magistral o en la lectura de discursos ajenos, sino en el trabajo individual, esto es, en el autoaprendizaje. Por último, sin duda lo más importante, desarrollamos el librepensamiento de nuestros estudiantes y su autonomía intelectual. En el actual contexto de nuestra educación secundaria, lograr que determinados alumnos trabajen desinteresadamente en estas páginas, aunque sean pocos, nos resulta sumamente reconfortante. Es posible que Entresiglos 20/21 contribuya a ir desmontando poco a poco la pésima imagen que se tiene de la juventud de hoy. También puede suceder que contribuyamos a dejar obsoleta una frase que los profesores de historia repetimos hasta la saciedad: "quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo." También habrá quien piense que, a la postre, nos habremos nutrido más de entusiasmo y voluntarismo que de resultados tangibles. El tiempo y nuestros alumnos nos lo dirán. Los más pesimistas pueden considerar la revista como un recurso educativo más, sin valoraciones añadidas. No les criticaremos por ello. En cualquier caso, no olvidemos que la verdadera democracia no es la puramente electiva, sino la que se construye día a día con la participación real e igualitaria de 1os ciudadanos. A este respecto, Entresiglos 20/21 está con aquellos que, por sistema, rehuyen la ignorancia y entienden que no hay democracia real sin conocimiento propio.
Por último, queremos subrayar que Entresiglos 20/21 está abierta a la participación de todos los sectores de la comunidad educativa que respeten su propuesta inicial. Esperamos que este proyecto cuente con apoyos suficientes para garantizar su continuidad y, por añadidura, el enriquecimiento del quehacer diario de nuestro centro.
Llevamos varios decenios oyendo hablar de la desintegración de la cultura tradicional, de la falta generalizada de valores y de la profunda crisis de identidad de la vieja Europa. Ahora, en España, contemplamos una cara de esa crisis a través de un enfrentamiento político que se caracteriza, principalmente, por el enturbiamiento deliberado de la información. En esta coyuntura es difícil que el ciudadano de a pie puede salir indemne. Es complicado pensar por uno mismo, sobre todo si estamos acostumbrados a que los datos nos vengan suministrados desde fuera (léase periódico, televisión radio, etc. ). Por eso, en estos momentos de incertidumbre global, el papel del análisis histórico permanece tan relevante como siempre. A partir de aquí, el nacimiento de Entresiglos 20/21, la revista que hoy presentamos, parte de una vocación de encuentro con la historia y con la perenne curiosidad intelectual sobre ese concepto tan relativo que conocemos con el nombre de "verdad". Nuestra iniciativa, y de esto estamos más que convencidos, pasa por enseñara buscarla.
El ciudadano de pie al que hacíamos referencia se forma, entre otros ámbitos, en nuestras escuelas y centros de secundaria y es en ellos, como profesionales de la enseñanza que somos, donde podemos empezar a promover el interés por la aventura de la historia. No se trata de investigar o aprender sólo por placer de hacer más abultada nuestra memoria, sino de convencer a nuestros jóvenes de su participación real, de que están contribuyendo en la medida de sus posibilidades a hacer historia, a escribirla, a formar parte de ella y, quizás, a resolver algunos de los problemas en los que nos vemos implicados a la fuerza. Así, pues, Entresiglos 20/21, es una apuesta directa por la participación de los alumnos en la investigación histórica que, bien seguro, acabará haciéndolos conscientes de su papel de agentes sociales y de protagonistas en la creación de opinión.
A menudo hablamos de las grandes corrientes históricas y de los prohombres que las forjaron, pero es bien sabido que debajo de todo ese mundo sobresaliente existe una poderosa corriente de microhistorias, de historias anónimas y particulares, de intrahistorias que hacen posibles los grandes cambios. La investigación de estas particularidades es la materia prima de las interpretaciones generales que luego vemos plasmadas en ensayos y libros de texto, y es en este menester donde Entresiglos 20/21 quiere colocar su aportación. Decía Marc Bloch, eminente medievalista francés del siglo pasado, que "no existe el buen testigo; no hay más que buenos o malos testimonios." El testimonio de los menesterosos, si es bueno, vale tanto unido al de sus iguales como los de Alejandro Magno o Napoleón Bonaparte. Investigando las peripecias del padre, de la prima o de la bisabuela, es posible que nuestros estudiantes consigan acercarse al oficio de historiador. En tiempos difusos el conocimiento histórico se convierte en una necesidad acuciante y la historia oral en una fuente de reconstrucción de nuestra identidad y de nuestros orígenes sociales. Únicamente sobre estas bases podremos vislumbrar el futuro.
Los beneficios pedagógicos de la creación de esta revista están fuera de toda duda. En primer lugar, intentamos propiciar el acercamiento del estudiante, por sí mismo, a los datos históricos y romper así con el extrañamiento que la histori1t. puramente libresca produce en el alumno. En segundo lugar, estimulamos que el proceso de aprendizaje no se sustente únicamente en la clase magistral o en la lectura de discursos ajenos, sino en el trabajo individual, esto es, en el autoaprendizaje. Por último, sin duda lo más importante, desarrollamos el librepensamiento de nuestros estudiantes y su autonomía intelectual. En el actual contexto de nuestra educación secundaria, lograr que determinados alumnos trabajen desinteresadamente en estas páginas, aunque sean pocos, nos resulta sumamente reconfortante. Es posible que Entresiglos 20/21 contribuya a ir desmontando poco a poco la pésima imagen que se tiene de la juventud de hoy. También puede suceder que contribuyamos a dejar obsoleta una frase que los profesores de historia repetimos hasta la saciedad: "quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo." También habrá quien piense que, a la postre, nos habremos nutrido más de entusiasmo y voluntarismo que de resultados tangibles. El tiempo y nuestros alumnos nos lo dirán. Los más pesimistas pueden considerar la revista como un recurso educativo más, sin valoraciones añadidas. No les criticaremos por ello. En cualquier caso, no olvidemos que la verdadera democracia no es la puramente electiva, sino la que se construye día a día con la participación real e igualitaria de 1os ciudadanos. A este respecto, Entresiglos 20/21 está con aquellos que, por sistema, rehuyen la ignorancia y entienden que no hay democracia real sin conocimiento propio.
Por último, queremos subrayar que Entresiglos 20/21 está abierta a la participación de todos los sectores de la comunidad educativa que respeten su propuesta inicial. Esperamos que este proyecto cuente con apoyos suficientes para garantizar su continuidad y, por añadidura, el enriquecimiento del quehacer diario de nuestro centro.
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