Tomasa M.H., una fuenlabreña de 95 años
Edición: Jesús Sánchez Fernández
Entrevista realizada por Rebeca Mories e Irene Castillo, en abril a la abuela de una amiga:
Se llama Tomasa MH y tiene 95 años. Siempre ha vivido en Fuenlabrada
A. La INFANCIA en Fuenlabrada . Década de 1910
(Su madre) Tuvo 6 hijos, me parece, no se murió ninguno.¡ Sí! se murió uno. Se llamaba Julián, tenía una joroba, le dejaron de caer y le salió un bulto, una joroba, no podía andar, pobrecito. Y era un niño mayor, tendría unos siete, ocho ó nueve años.
(Las mujeres) parían en su casa, no había sanatorio ni nada,(…) Había una comadrona, Lázara, ¿sabes?,(…) y yo le decía Lázara, ven corriendo a mi casa, que está mi hija muy mala. A ella sin embargo, la atendió : “el médico del pueblo, Don José”. Al parecer Lázara estaba atendiendo en ese momento otro parto del que nació un niño.
Había muchos piojos, ¿sabéis lo que son piojos?
Yo no he ido al colegio. Se quedó mi madre viuda con 6 hijos y entonces no pagaban a nadie e íbamos a pedir. (…) Todos los muchachos íbamos a pedir a la Moraleja y a Humanes (ríe),¡ Menuda vida!. Mi madre se llevaba a todos los niños a pedir. Mi madre estuvo sirviendo en Humanes, ¿sabes?. Cuándo era moza y la conocían, como era un pueblo pequeñito, pues se conocían todos, no como ahora, que no conocéis a nadie. (…) Pedían de todo. En Humanes, a mi madre le daban de todo, (piensa) ...uhh, tocino, que hacían muchas matanzas.
Yo no tenía tiempo de jugar. No había dinero, ¡Cómo lo iban a regalar! (bromea). En la calle (jugaban) todos los muchachos. En una carreta ibas enganchada con dos bueyes, y como corrían tanto me salió un bulto en el cogote porque me pisaron, y los bueyes pisaron a un niño. Estaba en la calle cuándo era chico, en la calle Lobo, en donde tengo yo mi casita. Y había títeres en la plaza, y llevábamos sillas para sentarnos. (…) venía un hombre con un tambor y daba vueltas por el pueblo, ¿sabes? y títeres en la plaza.(…) Jugábamos a las cartas todos los días por las tardes o cuándo no, cosíamos, y no como ahora que nadie cose. Yo echaba mucho remiendo a los calcetines, le llamábamos la soleta, toda la planta del pie, venga a coser calcetines...(…)No había teléfono, nada más uno en la plaza, en una casa.
Rebeca e Irene:- ¿Había agua corriente?
Tomasa:- No, (ríe), cuándo nevaba echábamos todos a correr a la fuente a por agua.
R e I.- ¿Había luz eléctrica?
T.- Poca, poca. Algunas casas tenían, otras no; y veíamos con un candil. Echábamos aceite y poníamos un cachito de cera, se hacía una tocia y se ponía en el candil y lucía. Mi madre decía: “Ya no echo más aceite, ¡A la cama! ¡Muchachos acostaros!. (ríe),
R e I.- ¿Dónde lavaban la ropa?
T.- Había lavadero, estaba para allá abajo
R e I.- ¿Cómo era?
T.- De piedra, muy bien. Venia el agua de la fuente de los Cuatro Caños y todos los días estaba abierto y era una nave muy grande.(…)
R e I.- ¿Cuándo se duchaban y cuándo se cambiaban de ropa?
T.- Cuándo teníamos mucha mierda (ríe a carcajadas)
R e I.- ¿Cada cuánto tiempo?
T.- (Ríe) No lo contábamos, no era como ahora que dices… No es como ahora. Los muchachos se los limpiaban así (nos hace el gesto de limpiarse los mocos con la manga, ); no tenían pañuelo (ríe)
(…)
R e I.- ¿Qué comían?
T.- Un pote en la sartén,…
R e I.- ¿Dónde compraban la comida?
T.- En la tienda, ¿A ver si te vas a creer que no había tiendas? Lo que no había era dinero (ríe otra vez)
R e I.- ¿Todos los miembros comían lo mismo?
T.- Sí, todos en el mismo plato, … el que se daba más prisa era el que más comía.
R e I.- ¿Dónde guardaban los alimentos?
T.- En el pozo, en una soga lo atábamos. Para Semana Santa no se comía carne y cogía mi marido muchos conejos de dónde el cementerio…
R e I.- ¿Se acuerda del precio de algún producto, pan, leche…?
T.- Muy poquito, no me acuerdo. Lo que me acuerdo, que valía un kilo de filetes en Leganés, cuándo estaba yo sirviendo 4 pesetas con 40 céntimos
R e I.- ¿En su casa producían algún producto?
T.- No, bueno, la gente pobre, patatas, (ríe). La gente pobre no comía filetes (riéndose) nada más que patatas con poco aceite (termina a carcajadas)
B. La MOCEDAD. Hacia LA REPÚBLICA. Años veinte y treinta.
R e I.- ¿ A qué edad empezó a trabajar?
T.- En seguida me puse a trabajar para servir en el pueblo, ¡Ya ves como sería yo,!, que me dio una señora ropa sucia para lavar y no la quise lavar por la vergüenza, de que me miraba la gente, … y por si se creían que era mío.
R e I.- ¿Con cuántos años servía?
T.- A lo mejor tenía 12 añitos ( Y nos vuelve contar la anécdota de la ropa sucia)
R e I.-¿ Cuánto dinero te daban?
T.- Tres duros, yo ganaba más en Leganés, cuándo era moza (ríe). Da vergüenza decir que me lo daban por un mes. Mi madre me echaba a mí la cuenta y ganaba todos los días una peseta con 15 céntimos.
R e I.- ¿Cuántas horas trabajabas?
T.- Yo estaba en la casa de día y de noche, todo el mes y no había vacaciones.
R e I.- ¿Y los hombres y las mujeres?, ¿Trabajaban en las mismas cosas?
T.- No. Las mujeres sirviendo, y los hombres al campo. ¡Pobrecitos!
(...)
R e I.- ¿A quién acudían cuándo tenían una enfermedad?
T..- ¡Al medico! ¡A ver! ¡Vaya una pregunta! (risas) (...)
R e I.- ¿ Y había medicinas?
T.- No, no había medicinas
R e I.- Entonces, ¿Cómo os curaban?
T.- ...al que se moría se le enterraba, y ¡hala!, y se ponía la gente de luto no como ahora que no se ponen y en las casas ponían un lazo negro y estaban de luto.
R e I.- ¿Durante cuánto tiempo estaban de luto
T.- ¡Uhh! (ríe) Había muchas que se la juntaban dos lutos. No es mentira.
R e I.- ¿ Y qué cosas se hacían y qué cosas no, mientras de luto?
T.- Todas de negro y en las ventanas un lazo negro y no como ahora.
R e I.- ¿Y que cosas no podían hacer?
T.- Ir al baile. Ahora no hay luto.
C. La GUERRA CIVIL. Negro y Blanco.
Tomasa había tenido más de un pretendiente. Al menos un hortelano de Leganés, apodado “el Tomate” porque "era muy colorado" Pero se casó con otro, en 1935. Poco podía imaginar entonces el giro que iba a dar su vida al año siguiente.
R e I.- ¿Se casó de blanco?
T.- Claro. Yo iba embarazada, de mi hijo
R e I.- ¿Dónde lo celebró?
T.- Lo celebré en el Biarre, en Madrid. La gente del pueblo pusieron coches y todos hacia Madrid. No como ahora. Biarre está en Cuatro Caminos.
R e I.- ¿De qué te acuerdas de la guerra?
T.- De que pasé mucha hambre (ríe). Comíamos la cáscara de las patatas... Yo estuve o cuatro días sin catar nada. Mi marido estaba aquí con los nacionales y yo estaba con los rojos. Yo me fui con mi niño que tenía once meses
R e I.- ¿ Y por qué te fuiste?
T.- Cosas que se hacían. Yo cogí a mi hijo en brazos y tenía mucha hambre y ¿por qué me fui? Si no, mi hijo se muere. Lo cogí en brazos y eché a andar a Madrid.
R e I.- ¿Dónde pasó usted la guerra?
T.- En un pueblecito que se llamaba Valdeiglesias, al lado de Camporreal (se refiere naturalmente a San Martín de Valdeiglesias) ¿No habéis oído hablar de Valdeiglesias?. Estábamos en la Plaza Mayor para coger vales para comer en el bar, luego venía la aviación y los que estaban adelante se iban para atrás y al revés. Se deshacía la cola, ¿Sabes como te digo, hija?
R e I.- Cuántos (bombardeos) vio usted?
T.- Yo no vi nada de la guerra.
Yo sé un cantar de la guerra, que le sacaron los rojos ( Y se pone a cantarlo):
Camino de Legazpi
en un 37
a las 10 de la noche
te vienes para acá,
con unas cuántas copas
de más en la cabeza,
sin cinco en el bolsillo,
sin nada que fumar.
Vienes echando chispas
por no poder quedarte,
tan si quiera una noche,
(a) dormir acompañao
Y mientras en Madrid,
todos los enchufados
se ríen de la guerra
y viven como Dios
y luego van diciendo
¡Soy un luchador!
R e I.-¿ Y su marido?
T.- Mi marido estaba aquí con los nacionales.
(Es decir, era simpatizante de los nacionales. Al principio de la guerra, con Fuenlabrada aún dentro de la España Republicana, lo tenía difícil) Como recuerda Tomasa:
A los jóvenes se les llevaban al frente y se escondió en un pajar lleno de paja, con un hermano, Y una cuñá´ mía le cuidaba, le quitaba la teja y le metía la comida.
Tres meses después, cuándo los rebeldes tomaron Fuenlabrada, pudo salir de su escondite. Su esposa y su hijo ya no estaban allí.
R e I.- ¿Él era del Ejército?
T.- No. ¡Él tiraba tiros para allá dónde estaban su mujer y su hijo! (ríe).
El último año le llamaron para ir a la guerra.
Cuándo terminó la guerra, ese día nos fueron a buscar a Valdeiglesias porque sabía que estábamos allí.
Volvieron a su casa, una casa alquilada “al lado de la fuente de los Cuatro Caños”:
T.- Cuándo terminó la guerra yo la hice con cascotes, porque es que entonces (se refiere a la guerra) pusieron un polvorín en el pueblo y cuándo explotó, se cayeron muchas casas,... Yo no estaba aquí, me lo contó mi marido. (...) Cuándo terminó la guerra, hice la casa con cascotes. Mi hijo acarreando cascotes...
Conclusión:
R e I.- Tuvimos que preguntarle muchas veces las mismas preguntas porque no nos oía bien. Nos preguntó que por qué le hacíamos tantas preguntas. Nos dijo: “No conozcáis ninguna guerra”
Entrevista realizada por Rebeca Mories e Irene Castillo, en abril a la abuela de una amiga:
Se llama Tomasa MH y tiene 95 años. Siempre ha vivido en Fuenlabrada
A. La INFANCIA en Fuenlabrada . Década de 1910
(Su madre) Tuvo 6 hijos, me parece, no se murió ninguno.¡ Sí! se murió uno. Se llamaba Julián, tenía una joroba, le dejaron de caer y le salió un bulto, una joroba, no podía andar, pobrecito. Y era un niño mayor, tendría unos siete, ocho ó nueve años.
(Las mujeres) parían en su casa, no había sanatorio ni nada,(…) Había una comadrona, Lázara, ¿sabes?,(…) y yo le decía Lázara, ven corriendo a mi casa, que está mi hija muy mala. A ella sin embargo, la atendió : “el médico del pueblo, Don José”. Al parecer Lázara estaba atendiendo en ese momento otro parto del que nació un niño.
Había muchos piojos, ¿sabéis lo que son piojos?
Yo no he ido al colegio. Se quedó mi madre viuda con 6 hijos y entonces no pagaban a nadie e íbamos a pedir. (…) Todos los muchachos íbamos a pedir a la Moraleja y a Humanes (ríe),¡ Menuda vida!. Mi madre se llevaba a todos los niños a pedir. Mi madre estuvo sirviendo en Humanes, ¿sabes?. Cuándo era moza y la conocían, como era un pueblo pequeñito, pues se conocían todos, no como ahora, que no conocéis a nadie. (…) Pedían de todo. En Humanes, a mi madre le daban de todo, (piensa) ...uhh, tocino, que hacían muchas matanzas.
Yo no tenía tiempo de jugar. No había dinero, ¡Cómo lo iban a regalar! (bromea). En la calle (jugaban) todos los muchachos. En una carreta ibas enganchada con dos bueyes, y como corrían tanto me salió un bulto en el cogote porque me pisaron, y los bueyes pisaron a un niño. Estaba en la calle cuándo era chico, en la calle Lobo, en donde tengo yo mi casita. Y había títeres en la plaza, y llevábamos sillas para sentarnos. (…) venía un hombre con un tambor y daba vueltas por el pueblo, ¿sabes? y títeres en la plaza.(…) Jugábamos a las cartas todos los días por las tardes o cuándo no, cosíamos, y no como ahora que nadie cose. Yo echaba mucho remiendo a los calcetines, le llamábamos la soleta, toda la planta del pie, venga a coser calcetines...(…)No había teléfono, nada más uno en la plaza, en una casa.
Rebeca e Irene:- ¿Había agua corriente?
Tomasa:- No, (ríe), cuándo nevaba echábamos todos a correr a la fuente a por agua.
R e I.- ¿Había luz eléctrica?
T.- Poca, poca. Algunas casas tenían, otras no; y veíamos con un candil. Echábamos aceite y poníamos un cachito de cera, se hacía una tocia y se ponía en el candil y lucía. Mi madre decía: “Ya no echo más aceite, ¡A la cama! ¡Muchachos acostaros!. (ríe),
R e I.- ¿Dónde lavaban la ropa?
T.- Había lavadero, estaba para allá abajo
R e I.- ¿Cómo era?
T.- De piedra, muy bien. Venia el agua de la fuente de los Cuatro Caños y todos los días estaba abierto y era una nave muy grande.(…)
R e I.- ¿Cuándo se duchaban y cuándo se cambiaban de ropa?
T.- Cuándo teníamos mucha mierda (ríe a carcajadas)
R e I.- ¿Cada cuánto tiempo?
T.- (Ríe) No lo contábamos, no era como ahora que dices… No es como ahora. Los muchachos se los limpiaban así (nos hace el gesto de limpiarse los mocos con la manga, ); no tenían pañuelo (ríe)
(…)
R e I.- ¿Qué comían?
T.- Un pote en la sartén,…
R e I.- ¿Dónde compraban la comida?
T.- En la tienda, ¿A ver si te vas a creer que no había tiendas? Lo que no había era dinero (ríe otra vez)
R e I.- ¿Todos los miembros comían lo mismo?
T.- Sí, todos en el mismo plato, … el que se daba más prisa era el que más comía.
R e I.- ¿Dónde guardaban los alimentos?
T.- En el pozo, en una soga lo atábamos. Para Semana Santa no se comía carne y cogía mi marido muchos conejos de dónde el cementerio…
R e I.- ¿Se acuerda del precio de algún producto, pan, leche…?
T.- Muy poquito, no me acuerdo. Lo que me acuerdo, que valía un kilo de filetes en Leganés, cuándo estaba yo sirviendo 4 pesetas con 40 céntimos
R e I.- ¿En su casa producían algún producto?
T.- No, bueno, la gente pobre, patatas, (ríe). La gente pobre no comía filetes (riéndose) nada más que patatas con poco aceite (termina a carcajadas)
B. La MOCEDAD. Hacia LA REPÚBLICA. Años veinte y treinta.
R e I.- ¿ A qué edad empezó a trabajar?
T.- En seguida me puse a trabajar para servir en el pueblo, ¡Ya ves como sería yo,!, que me dio una señora ropa sucia para lavar y no la quise lavar por la vergüenza, de que me miraba la gente, … y por si se creían que era mío.
R e I.- ¿Con cuántos años servía?
T.- A lo mejor tenía 12 añitos ( Y nos vuelve contar la anécdota de la ropa sucia)
R e I.-¿ Cuánto dinero te daban?
T.- Tres duros, yo ganaba más en Leganés, cuándo era moza (ríe). Da vergüenza decir que me lo daban por un mes. Mi madre me echaba a mí la cuenta y ganaba todos los días una peseta con 15 céntimos.
R e I.- ¿Cuántas horas trabajabas?
T.- Yo estaba en la casa de día y de noche, todo el mes y no había vacaciones.
R e I.- ¿Y los hombres y las mujeres?, ¿Trabajaban en las mismas cosas?
T.- No. Las mujeres sirviendo, y los hombres al campo. ¡Pobrecitos!
(...)
R e I.- ¿A quién acudían cuándo tenían una enfermedad?
T..- ¡Al medico! ¡A ver! ¡Vaya una pregunta! (risas) (...)
R e I.- ¿ Y había medicinas?
T.- No, no había medicinas
R e I.- Entonces, ¿Cómo os curaban?
T.- ...al que se moría se le enterraba, y ¡hala!, y se ponía la gente de luto no como ahora que no se ponen y en las casas ponían un lazo negro y estaban de luto.
R e I.- ¿Durante cuánto tiempo estaban de luto
T.- ¡Uhh! (ríe) Había muchas que se la juntaban dos lutos. No es mentira.
R e I.- ¿ Y qué cosas se hacían y qué cosas no, mientras de luto?
T.- Todas de negro y en las ventanas un lazo negro y no como ahora.
R e I.- ¿Y que cosas no podían hacer?
T.- Ir al baile. Ahora no hay luto.
C. La GUERRA CIVIL. Negro y Blanco.
Tomasa había tenido más de un pretendiente. Al menos un hortelano de Leganés, apodado “el Tomate” porque "era muy colorado" Pero se casó con otro, en 1935. Poco podía imaginar entonces el giro que iba a dar su vida al año siguiente.
R e I.- ¿Se casó de blanco?
T.- Claro. Yo iba embarazada, de mi hijo
R e I.- ¿Dónde lo celebró?
T.- Lo celebré en el Biarre, en Madrid. La gente del pueblo pusieron coches y todos hacia Madrid. No como ahora. Biarre está en Cuatro Caminos.
R e I.- ¿De qué te acuerdas de la guerra?
T.- De que pasé mucha hambre (ríe). Comíamos la cáscara de las patatas... Yo estuve o cuatro días sin catar nada. Mi marido estaba aquí con los nacionales y yo estaba con los rojos. Yo me fui con mi niño que tenía once meses
R e I.- ¿ Y por qué te fuiste?
T.- Cosas que se hacían. Yo cogí a mi hijo en brazos y tenía mucha hambre y ¿por qué me fui? Si no, mi hijo se muere. Lo cogí en brazos y eché a andar a Madrid.
R e I.- ¿Dónde pasó usted la guerra?
T.- En un pueblecito que se llamaba Valdeiglesias, al lado de Camporreal (se refiere naturalmente a San Martín de Valdeiglesias) ¿No habéis oído hablar de Valdeiglesias?. Estábamos en la Plaza Mayor para coger vales para comer en el bar, luego venía la aviación y los que estaban adelante se iban para atrás y al revés. Se deshacía la cola, ¿Sabes como te digo, hija?
R e I.- Cuántos (bombardeos) vio usted?
T.- Yo no vi nada de la guerra.
Yo sé un cantar de la guerra, que le sacaron los rojos ( Y se pone a cantarlo):
Camino de Legazpi
en un 37
a las 10 de la noche
te vienes para acá,
con unas cuántas copas
de más en la cabeza,
sin cinco en el bolsillo,
sin nada que fumar.
Vienes echando chispas
por no poder quedarte,
tan si quiera una noche,
(a) dormir acompañao
Y mientras en Madrid,
todos los enchufados
se ríen de la guerra
y viven como Dios
y luego van diciendo
¡Soy un luchador!
R e I.-¿ Y su marido?
T.- Mi marido estaba aquí con los nacionales.
(Es decir, era simpatizante de los nacionales. Al principio de la guerra, con Fuenlabrada aún dentro de la España Republicana, lo tenía difícil) Como recuerda Tomasa:
A los jóvenes se les llevaban al frente y se escondió en un pajar lleno de paja, con un hermano, Y una cuñá´ mía le cuidaba, le quitaba la teja y le metía la comida.
Tres meses después, cuándo los rebeldes tomaron Fuenlabrada, pudo salir de su escondite. Su esposa y su hijo ya no estaban allí.
R e I.- ¿Él era del Ejército?
T.- No. ¡Él tiraba tiros para allá dónde estaban su mujer y su hijo! (ríe).
El último año le llamaron para ir a la guerra.
Cuándo terminó la guerra, ese día nos fueron a buscar a Valdeiglesias porque sabía que estábamos allí.
Volvieron a su casa, una casa alquilada “al lado de la fuente de los Cuatro Caños”:
T.- Cuándo terminó la guerra yo la hice con cascotes, porque es que entonces (se refiere a la guerra) pusieron un polvorín en el pueblo y cuándo explotó, se cayeron muchas casas,... Yo no estaba aquí, me lo contó mi marido. (...) Cuándo terminó la guerra, hice la casa con cascotes. Mi hijo acarreando cascotes...
Conclusión:
R e I.- Tuvimos que preguntarle muchas veces las mismas preguntas porque no nos oía bien. Nos preguntó que por qué le hacíamos tantas preguntas. Nos dijo: “No conozcáis ninguna guerra”
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