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Nº 2 Marzo, 2006

Carboneros, leñadores y maquis: Los guerrilleros españoles en Francia (1939-1945).

Carboneros, leñadores y maquis: Los guerrilleros españoles en Francia (1939-1945).

Republicanos españoles de la División Leclerc, que liberó París, a bordo de una tanqueta bautizada como "Brunete"

Fernando Hernández Sánchez

1. Refugiados en Francia (1939-1941).

Tras la caída de Cataluña, en enero de 1939, miles de republicanos españoles fueron internados en los campos de refugiados del sur de Francia. Con la declaración de guerra entre Francia y la Alemania nazi, en septiembre de 1939, se instó a los extranjeros útiles para las armas a integrarse en los Batallones de Voluntarios o en la Legión Extranjera. Los que no quisieron fueron obligados a entrar en los Cuerpos de Trabajadores Extranjeros (CTE), en actividades agrícolas o industriales, o en tareas de fortificación de la “línea Maginot”.
Entre los destinos a los que fueron adscritos los refugiados españoles destacaron los chantiers, pequeñas explotaciones forestales dedicadas a la fabricación de carbón vegetal, que proliferaron a medida que la escasez de hidrocarburos hizo aumentar la demanda de este combustible para los vehículos a gasógeno. Los comunistas españoles se hicieron con el control de un gran número de ellos, comprados en unos casos con la reinversión de los beneficios obtenidos en negocios ya existentes, y en otros mediante el producto de operaciones –irónicamente denominadas “recuperaciones”- como las que uno de los principales dirigentes españoles de la resistencia antinazi en Francia, Alberto López Tovar relata en sus memorias:

“Un día nos informan que los contrabandistas van a hacer un pasaje con bastante tabaco desde Andorra, en ese momento el tabaco costaba caro, como conocíamos el itinerario preparamos una recuperación. Nos emboscamos y cuando los vimos cargados con mulos, en un sitio que no les quedaba más remedio que recular, tiramos algunos disparos con los fusiles, echaron la carga por tierra y pies para qué te quiero. La venta de este tabaco nos produjo mucho dinero”.

Hubo otros chantiers de reclutamiento obligatorio, surgidos tras la instauración por el gobierno colaboracionista francés de los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE) en octubre de 1940. Obligado a entregar a Alemania buena parte de su producción industrial y agrícola, el gobierno de la “zona libre” intentó paliar su falta de mano de obra con la movilización de todos los extranjeros entre 18 y 55 años. Estos trabajadores eran entregados a las empresas francesas o enviados a las fábricas alemanas. Los grupos de la resistencia procuraron infiltrar a sus simpatizantes en las dependencias administrativas de los GTE, dando aviso a los refugiados para que se pusieran a salvo:

“En San Juan de Verges, de donde dependíamos administrativamente, se encontraban las oficinas de un Grupo de Trabajadores Extranjeros, estaba empleado un camarada que se llamaba Aniceto Pérez, y nos facilitaba documentaciones, informándonos de todo aquello que nos interesaba, cuando los alemanes pedían obreros para ir a trabajar a Alemania podíamos evitar que los camaradas que se ocupaban de la organización fueran deportados”.

Dada la estructura dispersa y recóndita de los chantiers, estos se convirtieron en un factor crucial para el surgimiento y desarrollo de la actividad de los grupos de la resitencia –el “maquis”- contra los ocupantes nazis.

2. Los chantiers y la Resistencia (1941-1944).

Durante los primeros tiempos, los chantiers funcionaron fundamentalmente como refugio. Los carboneros acogieron a perseguidos por la Gestapo, a los que ayudaban a pasar a España para que, desde Gibraltar, alcanzaran Gran Bretaña. En este periodo se formó el aparato de pasos y el de falsificación de documentos. También se dedicaron a ocultar armas y explosivos que los aliados lanzaban en paracaídas sobre el territorio ocupado, destinadas, en principio, a la Armée Sécrete (AS) de De Gaulle. Los militantes de la AS se ocupaban de ocultarlas hasta que pudiesen ser empleadas en apoyo de los aliados. Cuando los comunistas, tras la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941, se implicaron en los combates contra la ocupación, se originaron enfrentamientos entre la AS y los maquis españoles, que “recuperaron” algunas partidas con la intención de emplearlas de inmediato:

“[En febrero de 1944] me traen información de que se va a efectuar un aterrizaje de armas y que es la AS la que va a recibirlo, y esconderlo como de costumbre. Esperando el día X. Nos informamos del día, hora y lugar, y preparamos la recuperación de esas armas que nos hacían mucha falta. Llegó el día esperado y bien escondidos, dejamos que cargaran el camión y empezamos a tirar tiros al aire, cogimos el camión y lo escondimos en el bosque”.

Entre las primitivas acciones de resistencia se encontraba la práctica del sabotaje. Muchos chantiers se dedicaban a la producción de carbón vegetal para los vehículos alemanes, lo que motivó que grandes cantidades del combustible destinado a los gasógenos se entregasen húmedas y mezcladas con piedras. A medida que aumentaba la presión sobre los trabajadores extranjeros, los chantiers fueron llenándose de huidos y hubo problemas para mantenerlos. No resultaba fácil conseguir recursos para alimentar a una población laboral muy por encima de la legalmente declarada sin delatar su presencia, lo que dio lugar, en ocasiones, a episodios insólitos:

“La llegada de nuevos camaradas aumentaba y estábamos un poco justos, cuestión comida, teníamos hambre y decidimos comprar un cerdo. Estábamos en una casita y solo circulábamos de noche, para que los campesinos no nos vieran, por esta causa decidimos matar el cerdo por la noche. Vaya problema para matar al pobre cerdo, aquello fue peor que la inquisición, golpe de martillo por aquí, golpe de hacha por allí, cuchillazos por todos lados, a tal extremo que el animal lleno de sangre y enloquecido se nos escapa. Quince o veinte de nosotros detrás del cerdo, en plena noche, los campesinos que encienden las luces; en fin, una verdadera catástrofe. Al día siguiente se dio la orden de evacuar, por si a los campesinos se les ocurría comentar esta famosa noche y llegaba a malas orejas, vale más prevenir lo que pueda ocurrir”.

A finales de 1941. en una reunión convocada en Carcassonne, se decidió la organización de los guerrilleros en la zona sur, con el nombre de "XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles". Su principal teatro de operaciones estuvo comprendido en el territorio de los departamentos pirenaicos de Ariège y Aude, y entre sus responsables se encontraban Jesús Ríos, Cristino García, Luis Walter (a) “Manolo el mecánico”, Luis Fernández, Vicente López Tovar y José Antonio Valledor. Las primeras acciones se llevaron a cabo en mayo de 1942, y consistieron en “recuperaciones” de dinero y armas lanzadas por los aliados, y en el sabotaje de vías férreas. Al mismo tiempo se produjo el lanzamiento de un órgano de expresión propio, Reconquista de España, editado con una pequeña imprenta clandestina.
Al contrario que sus camaradas franceses, que incurrieron en ocasiones en el error de formar grandes unidades partisanas para buscar la confrontación frontal con el enemigo, los españoles, según Sixto Agudo, cultivaron “el arte de reunirse y de dispersarse. Reunirse, condensarse, para caer como la lluvia sobre un objetivo dado. Dispersarse, desparramarse, para escapar a la persecución”.
Tras la creación del Comité Militar de la Mano de Obra Inmigrada (MOI) a finales de 1943, y sobre todo a partir de la formación de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) en mayo de 1944, la mayor parte de los maquis jugó un papel fundamental en la liberación del sur de Francia, desde Oloron, en los Pirineos Atlánticos, a Dordogne, el Ariége y Aude.